capítulo 05

Narrativa para la acción

Foto: Natalia Borrero Morales

“Nunca como antes tenemos un claro llamado de urgencia, de pasar pronto de los diagnósticos a los buenos propósitos, y de los buenos propósitos a acciones concretas; y nunca como ahora la retórica de oposición a que se haga algo y pronto va a ser más fervorosa y estratégica”.

Fidel Cano, director de El Espectador, durante el evento ‘Clima y deforestación en Colombia: política, oportunidades y retos’. Octubre de 2019.
Foto: Natalia Borrero Morales

Introducción

El 30 de abril de 2020, el portal web Mongabay1 contaba la historia de una comunidad en Palawan, Filipinas, que dependía económicamente casi en un ciento por ciento del ecoturismo. Palawan es un área especial de conservación de diversidad biológica, sobre todo de arrecifes de coral y poblaciones de peces. La comunidad de la zona no se había dedicado siempre al turismo sostenible. La pesca ilegal, con dinamita, cianuro y arrastre era su sustento, hasta que en 2004 empezaron a ver otras alternativas. Se organizaron en asociaciones y comenzaron a recuperar sus ecosistemas, a hacer declaratorias de áreas protegidas o figuras de manejo que resguardaran la riqueza natural con que contaban.

En 2020, antes de que iniciara la temporada alta de turismo, se declaró la pandemia mundial a causa del COVID-19. Desde el 17 de marzo no llegaron visitantes extranjeros a la zona. Debido al confinamiento generalizado en la mayor parte del mundo, la principal fuente de ingresos de la comunidad desapareció. Los habitantes dejaron de recibir el dinero de los turistas, pero, a pesar de ello, se resistieron a volver a las actividades ilegales que dañan el medioambiente. Algunas organizaciones habían fortalecido su gobernanza y capacidades a tal punto que, con los ingresos que les dejaba el turismo, tenían ahorros. En esos momentos, dicho ahorro les daba un respiro económico de por lo menos un año. Otras personas de la comunidad volvieron a la siembra y, para los demás, la pesca regulada fue un salvavidas, no solo porque garantizó su seguridad alimentaria, sino porque les permitió vender parte del pescado. Eso sí, lo hicieron garantizando que las poblaciones de peces y los ecosistemas no volvieran a afectarse. Por esto, continuaron haciendo labores de monitoreo de especies con el fin de protegerlas.

Esta noticia fue catalogada por la organización Journalism Solution Network (JSN) como una nota en la que se practica la técnica de soluciones, puesto que muestra un problema y también alternativas de solución, que pueden ser replicadas en diferentes lugares del mundo donde hay recursos naturales que proteger y que a su vez benefician a las comunidades. Esta historia, además, aborda a un mismo tiempo una crisis económica, ambiental, social y de salud.

En 2020, a causa del COVID-19, el mundo atraviesa un momento crítico en todas estas esferas. Como lo muestra la historia de Palawan, todas se interrelacionan y resulta fundamental verlas de manera conjunta si se quiere llegar a buen puerto en un futuro próximo, tanto en lo que se refiere a la pandemia como a la crisis climática, pues las soluciones propuestas no pueden dejar por fuera ninguna de ellas.

Mientras escribo este capítulo, vivimos un momento de sobreexposición a la información. Un sinfín de noticias sobre la cantidad de contagiados, muertos y recuperados de coronavirus, además de escándalos de corrupción y diferentes decisiones políticas, se toman los titulares de todos los medios de comunicación del planeta. Al mismo tiempo, sin embargo, diferentes narrativas y técnicas periodísticas empiezan a abrirse paso en esta marea comunicativa.

Una de ellas tiene que ver con noticias como la de Palawan, que buscan mostrar soluciones o enfoques que lleven a acciones. Estas historias cuentan qué se está haciendo ante estas problemáticas y cómo esas soluciones pueden ser replicadas y escaladas en contextos similares. Bajo este enfoque, una noticia ambiental se aborda con ojos económicos, sociales y, por supuesto, de salud. Y es que frente a las problemáticas ambientales pareciera que, además de denunciar, hay que inspirar transformaciones, mostrar acciones que lleven a alternativas que eviten la exacerbación de crisis como la climática.

Nunca como ahora se había hecho tan necesario que la información que se transmite cause efectos inmediatos en las audiencias, cambios de comportamiento que ayuden a enfrentar problemáticas estructurales y fundamentales como el cambio climático o el uso desmedido del plástico, dos problemas ambientales que amenazan la existencia de la propia humanidad tal y como la conocemos.

Este capítulo habla sobre esto. Habla de la necesidad de encontrar nuevos caminos o narrativas a la hora de informar sobre medioambiente. Habla de la importancia de contar los hechos catastróficos, sus causas y consecuencias, y de la relevancia de descubrir nuevas historias: aquellas que muestran soluciones probadas y demostrables a problemas que se creían insolubles; aquellas que pueden ser replicadas y/o escaladas en entornos similares.

Solo la acción colectiva puede marcar la diferencia, pero esta acción necesariamente es el resultado de iniciativas individuales; de cambios de comportamiento que se dan a partir de una información que va más allá de hacer visible un problema. Por eso, este capítulo también habla de lo que sucede a nivel cerebral cuando el ser humano está sobreexpuesto a historias que le hacen sentir que ya todo está perdido y que no hay nada que hacer.

No se trata de catalogar las noticias como negativas o positivas. Ni mucho menos de asegurar que la única técnica periodística que se use sea aquella basada en soluciones. Al contrario, es fundamental que se siga haciendo periodismo de denuncia, de datos, grandes investigaciones, que se combinen técnicas diversas. A lo que se refiere este capítulo es a que también es clave que se expongan soluciones a los problemas para que las audiencias se informen mejor y tomen decisiones y acciones en diferentes niveles. Por esto, todas las personas consultadas para la escritura de este capítulo coinciden en que no solo es fundamental que las audiencias conozcan la verdad de lo que sucede con el medioambiente, sino que también deben enterarse de las posibilidades de revertir los hechos.

Por medio de entrevistas con diferentes personajes, podemos conocer la importancia de generar narrativas para el cambio, sobre todo en temas ambientales. Así mismo, contar con una caja de herramientas para lanzarnos al ruedo y narrar historias que muestren, además de los problemas, las soluciones.


1Fabro, K. A. (30 de abril de 2020). No tourism income, but this Philippine community still guards its environment. Mongabay. https://news.mongabay.com/2020/04/no-tourism-income-but-this-philippine-community-still-guards-its-environment/?utm_source=Solutions+Story+Tracker


Una realidad innegable

En esta guía se ha hablado en detalle sobre las problemáticas medioambientales (ver capítulo: Conflictos socioambientales) que tienen en jaque la salud del planeta y de la especie humana. Cambio climático (ver capítulo: El clima está cambiando, ¿y nosotros?), contaminación, deforestación (ver capítulo: El paisaje que configuró la violencia), degradación del suelo, producción de energía a partir de combustibles fósiles, escasez de agua, extinción de especies y pérdida de biodiversidad, invasión y tráfico ilegal de especies (ver capítulo: El valor de la biodiversidad), mala disposición de los residuos y sobrepesca son solo algunas de ellas.

Otras incluyen la contaminación del aire o la atmósfera, que genera impactos negativos en los ecosistemas, pero también diversas enfermedades en los humanos (de hecho, reduce la esperanza de vida de millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud); la generación de residuos en las ciudades, que será el doble a nivel mundial en 2025 y el triple en 2100, según un estudio de la revista Nature; y los riesgos a la seguridad alimentaria debido a la sobrepesca (de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO], el 60 % de las especies de peces comerciales más importantes del mundo están sobreexplotadas o agotadas).

Para algunos las anteriores problemáticas pueden ser nuevas, pero, en cierto sentido, estas cifras, datos y conceptos están sobrediagnosticados e hipercontados. Grandes y pequeños medios de comunicación replican los comunicados e informes que emiten las diferentes instituciones y organizaciones nacionales e internacionales.

¿Y si queremos ir más allá? ¿Qué podemos hacer para revertir los sucesos que estamos reportando? ¿Qué pasa cuando, además de narrar el problema, también se ofrecen ideas de solución? ¿Qué le ocurre al cerebro cuando es bombardeado por información que le dice que ya no hay nada que hacer, que somos la peor especie sobre la Tierra y que, sin importar lo que hagamos, estamos condenados a destruirla?

Comunidades indígenas en la mojana sucreña encuentran formas para adaptarse al cambio climático. Desde sus conocimientos tradicionales y la recuperación de semillas nativas buscan soluciones a problemas como la falta de alimento en épocas de sequía intensa. Foto: Natalia Borrero Morales

Cambio de chip

Empecemos por entender lo que sucede con el cerebro humano a nivel neuronal cuando está expuesto a un flujo constante de noticias que hablan de extinción de especies, calentamiento global, desaparición de nevados, inundaciones, sequías, enfermedades por mala calidad del aire, escasez de agua, etc.: narrativas cuya lectura solo crea la sensación de que ya todo está perdido.

En diferentes universidades del mundo se han hecho estudios sobre las consecuencias que tienen las noticias negativas en las personas. Uno de los más recientes fue publicado en el Harvard Business Review por Shawn Achor, escritor y conferencista sobre psicología positiva, en conjunto con Michelle Gielan, periodista y presentadora de CBS News y hoy socia de Arianna Huffington en un proyecto que investiga cómo las historias transformadoras impulsan el éxito. Como parte del estudio, 110 personas fueron expuestas a dos condiciones: por un lado, un grupo vería, oiría o leería noticias negativas durante tres minutos, antes de las diez de la mañana; por otro lado, el otro grupo estaría en contacto durante el mismo tiempo con noticias centradas en soluciones. Gielan aclara que el segundo grupo no vio historias sobre cachorros, arcoíris o ardillas en esquí acuático, sino historias de resistencia que mostraban la importancia del comportamiento de las personas.

No se trata de catalogar las noticias como negativas o positivas. Ni mucho menos de asegurar que la única técnica periodística que se use sea aquella basada en soluciones. Al contrario, es fundamental que se siga haciendo periodismo de denuncia, de datos, grandes investigaciones, que se combinen técnicas diversas.

Luego de este contacto con las noticias, les enviaron unas encuestas a los participantes. Estas debían responderse el mismo día, ocho horas después del experimento. El instrumento contenía una batería de métricas de psicología positiva para determinar asuntos como el estrés y el estado de ánimo. Los resultados mostraron que las personas que vieron solo tres minutos de noticias negativas en la mañana tenían una probabilidad 27 % mayor de reportar su día como infeliz. Aquellos que vieron historias transformadoras, por otro lado, informaron que tuvieron un buen día el 88 % del tiempo.

Los psicólogos afirman que los seres humanos tienen un “sesgo negativo” (negativity bias), dado que su naturaleza instintiva busca prevenir el peligro. De acuerdo con Luisa Fernanda Cadena, psicóloga clínica con maestría en Investigación y Políticas Públicas Aplicadas a la Salud Mental, esto se traduce en algo como lo siguiente: “Si conozco el peligro puedo reaccionar; instinto de supervivencia”. Sin embargo, en muchos casos la reacción es la parálisis, pues la sobreexposición a noticias negativas o catastróficas hace que a nivel cerebral y neuronal se produzcan altos niveles de cortisol, lo que puede generar depresión, aumento de peso, dolor de cabeza, enfermedades coronarias y dificultades en la memoria y la concentración. En resumen, la mente y el cuerpo enferman. (Ver entrevista completa con Luisa Cadena).

El sesgo negativo también es llamado asimetría positiva-negativa, pues es la tendencia no solo a registrar estímulos negativos de manera más fácil, sino también a detenernos en ellos. Es decir, no solo sentimos más el dolor que la alegría, sino que, sobre todo, lo recordamos con mayor facilidad. Varios estudios han demostrado que esta condición hace que la tendencia hacia la información catastrofista sea mayor y que las noticias de este tipo sean percibidas de manera inmediata y como verdaderas. De hecho, estas noticias se quedan en la retina por mucho más tiempo, dado que el contenido negativo llama más la atención: un caldo de cultivo para seguir en la línea narrativa periodística tradicional.

Por su parte, en 2008, un estudio de la Associated Press realizado con jóvenes adultos encontró evidencia de “fatiga noticiosa”: la exposición a las noticias catastrofista provocó una respuesta de impotencia condicionada en muchos participantes. Una y otra vez, el sesgo negativo de las noticias influye en el deseo de desvincularse.

Achor y Gielan afirman en el estudio publicado en el Harvard Business Review que “las noticias negativas influyen en cómo enfocamos nuestro trabajo y los desafíos que enfrentamos en la oficina porque nos muestran una imagen de la vida en la que nuestro comportamiento no importa”. Así mismo, la investigación también concluye que “la mayoría de las noticias muestran problemas en nuestro mundo, sobre los que podemos hacer poco o nada. Vemos que el mercado cae 500 puntos o que ISIS está listo para atacar y nos sentimos impotentes para cambiar esos resultados. En psicología, creer que nuestro comportamiento es irrelevante frente a los desafíos se llama ‘impotencia aprendida’, lo que se ha relacionado con un bajo rendimiento y una mayor probabilidad de depresión”.

La impotencia aprendida o la creencia de que el comportamiento de las personas no importa son ideas que, por lo menos en términos medioambientales, deben cambiarse. Probablemente existan temas en los que actuar no es tan relevante, pero para frenar la crisis climática, la destrucción de ecosistemas y especies y mejorar la calidad del aire, la información científica no solo debe ser comunicada en un lenguaje claro y comprensible; también debe inspirar y dar elementos que generen transformaciones.

En este sentido es válido preguntarnos: ¿queremos audiencias deprimidas y paralizadas frente a los sucesos? Por supuesto que no. Más adelante veremos cómo, aunque existe una tendencia a preferir noticias negativas, la gente dedica más tiempo a ver, leer y oír información que les muestra soluciones. Aunque parece contradictorio, es precisamente lo que está sucediendo y nos deja ver que hay audiencias dispuestas a actuar.


Narrativas de cambio

“Básicamente me cansé de contar noticias negativas”, explicó Michelle Gielan al HuffPost cuando le preguntaron por su cambio de enfoque. Durante años, Gielan había sido periodista de CBS News y desde ese noticiero le había contado al público sobre desastres naturales, recesión financiera y masacres, entre otros temas. Frente a su experiencia, y agobiada por su quehacer diario, comenzó a investigar y ver si había una manera de contar noticias, negativas o positivas, de una manera más efectiva, que además de involucrar al público creara un cambio positivo y sostenible, cuantificable en el largo plazo.

Carlos Julio Velandia vive en una vereda de Sesquilé, Cundinamarca, y forma parte de la Red de Monitoreo Comunitario del Clima en la Alta Montaña. Junto con otros campesinos toman datos diarios de temperatura, humedad relativa y cantidad de lluvia. Con esa información toma decisiones a la hora de cultivar. Comparte los conocimientos con sus vecinos y hace lo que se conoce como ciencia comunitaria. Foto: Natalia Borrero Morales

Gielan no ha sido la única periodista que ha buscado otros enfoques para contar las historias. David Bornstein y Tina Rosenberg, periodistas de The New York Times, también comenzaron a hacerlo por medio de un espacio al que llamaron Fixes. Más adelante, en conjunto con Courtney R. Martin, periodista y escritora, crearon Solutions Journalism Network (SJN), una iniciativa que se extiende por el mundo enseñando una nueva técnica: el periodismo de soluciones, entendido como la cobertura rigurosa y basada en evidencia de las respuestas a problemas sociales.

De acuerdo con un estudio hecho en 2015 por la BBC, el 64 % de los encuestados menores de 35 años dijo querer que los medios ofrezcan soluciones a los problemas presentados en la cobertura. Y es que, según lo planteado por los miembros de la SJN, así como lo visto en el apartado de la respuesta psicológica de los humanos, la cobertura negativa produce una postura defensiva, no un cambio. Esta percepción de impotencia lleva a la apatía. (Ver entrevista con Liza Gross, periodista y vicepresidenta de prácticas de cambio de Solutions Journalism Network).

La necesidad de dar un giro en la manera y el enfoque de contar las historias tiene una aplicación muy importante en temas medioambientales, pues es uno de los asuntos que requieren generar más acciones, transformaciones y toma de decisiones para revertir una realidad que tiene en peligro la existencia de la humanidad.

Silvio Funtowicz, filósofo analítico y parte del Centro de Estudios de Ciencia y Humanidades de la Universidad de Bergen en Noruega, afirma, en su artículo “From Risk Calculations to Narrative of Danger”, que el papel de las “narrativas de cambio” no solo aplica para temas de cambio climático, sino también para el nexo entre la ciencia y la sociedad en el ámbito global y local. “Las narrativas de cambio son ambiguas; pueden ser narrativas de riesgo (la versión tecnocientífica del peligro) o pueden ser narrativas de adaptación (que contribuyen a aumentar las capacidades de mejora)”. En este sentido, las narrativas de cambio, en palabras de Funtowicz, son “nuevas formas de definir los problemas climáticos y, en consecuencia, de abrir la ventana a nuevas soluciones”.

Para contar el cambio climático el camino elegido ha sido desde siempre el peligro, la catástrofe y, ahora, la urgencia. Según el japonés Shinichiro Asayama y otros investigadores socioambientales, esta traducción discursiva del peligro puede ayudar a aumentar la sensación de urgencia, como lo demuestra la reciente aparición de un movimiento climático juvenil. No obstante, también puede llevar a establecer límites temporales que terminen siendo políticamente contraproducentes en la lucha contra el cambio climático2.

Frente a esto, muchos coinciden en que tal vez el lenguaje y el catastrofismo no han sido el camino correcto, pues los cambios no son visibles. Liza Gross, vicepresidenta de prácticas de cambio de SJN, considera que ese tal vez ha sido el error del movimiento ambiental. Sin embargo, Natalia Lever, directora para Latinoamérica de The Climate Reality Project, la fundación de Al Gore, cree que primero era necesario prender la alarma, y desde la ciencia hablar de la urgencia y del peligro. Pero ahora aboga por que, además de esto, también se muestren las soluciones. (Ver entrevista con Natalia Lever, directora para Latinoamérica de The Climate Reality Project).

Las salas de redacción, no obstante, siguen siendo renuentes a darles mayor porcentaje a las noticias que muestran soluciones, que inspiran y que generan cambios. El periodismo tradicional sigue viendo técnicas como la del periodismo de soluciones como notas rosas. No obstante, lo que reportan organizaciones como SJN es que, en términos de métricas y de periodismo digital, las soluciones generan mayor fidelidad de las audiencias, tiempo en las sesiones e interacciones.

Cuando el individuo piensa que hay alguna posibilidad de respuesta al problema se muestra más receptivo y atento a la información. La SJN hizo un experimento y evidenció que los lectores pasan más tiempo en un artículo de soluciones que en un artículo sin soluciones. En el experimento y en la prueba de campo, los lectores que vieron la versión de las soluciones pasaron aproximadamente 30 segundos más en la página, o casi un 25 % más de tiempo, que los que vieron la página del artículo sin soluciones.

Por su parte, la investigación de Gielan muestra que informar sobre soluciones a los problemas de la sociedad, o al menos enmarcar las noticias negativas de una manera que no sugiera que los problemas sean insolubles, también “vende”. El enfoque más optimista afecta todo, desde el estado de ánimo de los lectores hasta la probabilidad de que compartan contenido, siendo este último un objetivo clave de los periodistas modernos.

En un trabajo realizado en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, los investigadores analizaron las entradas en la lista “más enviada por correo electrónico” de The New York Times durante tres días. Después de controlar el nivel de excitación emocional provocado por las historias, descubrieron que los artículos positivos se compartían con más frecuencia que los negativos.

El diario estadounidense Seattle Times también hizo su propia medición. Se trató del Test A/B de reacción de audiencia, que arrojó los siguientes resultados:

Fuente: Solutions Journalism Network. 2016

Otras respuestas dadas por los lectores mostraban que el 75 % estuvo de acuerdo con la afirmación: “Después de leer el artículo, creo que hay formas efectivas de abordar el problema”; el 62 % manifestó que el artículo le hizo cambiar su opinión frente al tema; y el 87 % dijo que apreciaba el enfoque en una solución que parece estar dando resultados.

Todo lo anterior es información relevante para las redacciones colombianas que están considerando, así sea tímidamente, hacer ajustes en sus narrativas. (Ver entrevista con Rahomir Benítez, director de contenidos de El Meridiano).

Las comunidades campesinas del Huila encuentran en el bosque seco tropical diferentes insumos con los que, sin dañar el ecosistema, hacen artesanías y generan ingresos a sus familias. Foto: Natalia Borrero Morales
En el río Cauca el mercurio fluye como el agua. Los mineros informales lo siguen utilizando y vertiendo al cuerpo de agua. Foto: Natalia Borrero Morales

2Para una argumentación detallada, ver Asayama et ál. (2019).


Preguntas y respuestas

Para llevar a la práctica y tener una mirada de la realidad de lo dicho en este capítulo, conversamos con cuatro expertos que trabajan en diferentes frentes las narrativas de cambio. Desde su disciplina, cada uno de ellos reconoce la importancia de hacer periodismo de denuncia o tradicional, pero también de ir más allá y darles a las audiencias información que lleve a la acción. Una periodista convencida del desarrollo de la técnica de soluciones para generar transformaciones en la sociedad; una psicóloga clínica que explica lo que sucede neurológicamente cuando solo estamos expuestos a noticias catastróficas; una abogada y activista medioambiental, segura de la necesidad de actuar; y, finalmente, un director de contenidos de un medio regional colombiano que decide a diario qué enfoque darles a los artículos.

“Las notas de soluciones buscan hablar de iniciativas que transforman el statu quo”.

Entrevista con Liza Gross

Periodista y líder de medios. Fue editora general de The Miami Herald, editora ejecutiva de El Nuevo Día, en Puerto Rico, y editora del Chicago Tribune. Ahora es vicepresidenta de prácticas de cambio de Solutions Journalism Network

¿Cuándo y por qué se comienza a hablar de periodismo de soluciones?
Liza Gross: El periodismo de soluciones que nosotros practicamos en mi organización, Solutions Journalism Network, fue lanzado por Tina Rosenberg, y David Bornstein y una tercera periodista, Courtney Martin, hace como siete años. El interés de ellos era visibilizar a través del periodismo las respuestas que están funcionando, que en muchos casos no reciben la atención que deberían periodísticamente, porque desde la formación profesional nos enseñan a que nos interese lo que no funciona. Usualmente nos interesa lo disfuncional, hacer la denuncia del problema, catalogar las varias perspectivas y aspectos del problema, pero somos muy renuentes a cubrir el tema de las soluciones por miedo a que se perciba como favoritismo o como activismo. Sin embargo, Tina y David demostraron que la técnica de periodismo de soluciones puede visibilizar una respuesta que está funcionando o que arroja evidencia de éxito a un problema social sin caer en el activismo, el sensacionalismo o el favoritismo.

¿Cómo recibió el mundo el periodismo de soluciones?
L. G.: Nosotros siempre queremos no exagerar ni crear una falsa expectativa. Esto no es un movimiento, no es periodismo cívico, es una técnica, como la técnica del periodismo investigativo, como la técnica de la entrevista, y si tú te atienes a ello vas a producir excelente periodismo. Nuestro primer interés fue Estados Unidos. Aquí estábamos, aquí trabajábamos y había mucho que hacer, especialmente por la coyuntura económica que la industria periodística estaba atravesando, sobre todo los periódicos, pero también las radios, y ya se están empezando a ver los problemas en la televisión. Había mucho interés en nuevas formas de trabajar, en hallar un modelo económico que permitiera producir buen periodismo. En fin, todos estos factores estaban aliados. Pero de pronto nos empezaron a contactar de diferentes países del mundo, especialmente de Europa, donde se practica el periodismo constructivo; también en Francia hay algo que se llama periodismo de la esperanza o los periodistas de la esperanza; España lo llama periodismo en positivo; en Londres hay algo similar. O sea que ellos no practican algo exactamente igual a lo nuestro, pero trabajamos juntos por medio de talleres y conferencias para incentivar nuevas narrativas. Así mismo, hemos trabajado en África y en Latinoamérica, en Colombia y sobre todo en Argentina, donde Carlos Guyot, exdirector del periódico La Nación y fundador de Red/Acción, ya estaba haciendo, a través de su emprendimiento digital, periodismo de soluciones sin conocernos.

Este tipo de técnicas periodísticas a veces no son muy bien recibidas por los reporteros. Aún existe la idea de que todo debería ser denuncia o “temas duros”. ¿Cómo han ido rompiendo el paradigma?
L. G.: Dentro de las redacciones, y eso también se ha dado aquí en Estados Unidos, sin duda estamos en un periodo de transición. Cada vez que uno presenta estas ideas nuevas hay fuerzas un poco más establecidas o partidarias de la forma de hacer las cosas de manera tradicional y no experimentar, o [fuerzas] que siguen pensando que el audience engagement o la interacción con las audiencias es una pendejada. Que creen que yo como periodista soy el que sabe qué es lo que hay que hacer y qué es lo que debo decirle al consumidor de noticias, y basta. Pero, gradualmente, esta es una práctica que se va abandonando. Cada vez son menos y menos las personas que piensan así. Es un poco generacional, aunque también debo decir que hay periodistas veteranos que están entusiasmadísimos por hacer cosas nuevas. La mente cerrada no reconoce límites. Pero hay que insistir: mostrar algunos ejemplos, pero no en el fragor de la batalla. No es cuestión de ir cinco horas antes del momento del cierre o aprovechar los momentos más tranquilos. Ser estratégico y receptivo. Venir con una idea. Tener un plan específico que le demuestre al encargado de la redacción que no va a ser un peso excesivo para la rutina.

¿Cómo evitar confundir el periodismo de soluciones con periodismo positivo o la nota rosa, y mucho menos que se muestre como un content market o publirreportaje, es decir que la gente crea que alguien está pagando por esa información?
L. G.: ¿Has escuchado hablar del caso de las Patronas en México? ¿Estas mujeres que todos los días preparan paquetes de comida, se van a la vía del tren que lleva migrantes centroamericanos a Estados Unidos y les lanzan las bolsas de comida cuando pasan? Es conmovedor, pero eso no es una nota de soluciones. Las notas de soluciones buscan hablar de iniciativas que transforman el statu quo; es una nota legítimamente periodística, pero estas señoras no transforman nada. Ellas tratan de remediar un problema, sin embargo, no están llevando a cabo un proceso para cambiar cómo están dadas las reglas del juego o para remediar de fondo el tema de la migración por razones económicas, ni siquiera para solucionar el problema del transporte y la seguridad.

El periodismo de soluciones busca analizar respuestas y evidencias que pretenden resolver sistémicamente un problema, y que sean replicables en otras comunidades. Y no tiene que ser un problema ambicioso, puede ser un problema modesto. Siempre cuento una nota muy divertida: en el aeropuerto de Ámsterdam estaban cansados de que los caballeros, cuando iban al baño, no apuntaran dentro del inodoro. Entonces a alguien se le ocurrió pintar una mosquita al fondo del pisuar, y ningún caballero puede resistir las ganas de apuntar y hacerlo bien. Con esto resolvieron un problema de salud pública. Te doy otro ejemplo: en un hospital público de Detroit, el equipo de salud (una médica y una enfermera) encontró la manera de que las madres afroamericanas amamantaran a sus hijos3. Generalmente, ellas no lo hacen por asuntos culturales, y eso genera una alta mortalidad entre los recién nacidos. Ahora esta idea se implementa en otros hospitales de Estados Unidos. Claro que también es periodismo de soluciones una iniciativa millonaria que invierte en un excelente sistema de rellenos sanitarios de una ciudad. Así mismo, un proyecto oficial puede ser periodismo de soluciones, y puede dar su resultado.

Pero la idea de eso es estudiar cómo algo que se veía como un problema se va resolviendo. Se trata de identificar una problemática que se veía insoluble y ver quién la ha resuelto y con qué resultados, sin sensacionalizar. Además, es importante ver cuáles son los aspectos que no han funcionado. Eso es fundamental para distinguirlo del ‘periodismo rosa’. Hay que contrastar, más allá de la fuente, lo que ha sucedido en diferentes lugares.

El periodismo de soluciones apunta al proceso, no solamente al resultado. Se enfoca en problemas grandes o pequeños que se han visto como insolubles. No sensacionaliza y tampoco asume que esta solución sea única en el mundo. Nunca dice “esta es la panacea”, pero sí dice “esta es una manera en la que los ciudadanos o la comunidad han resuelto este problema”. Otra característica es que crea un diálogo mucho más rico con el público, porque cuando tú presentas un problema y dices, por ejemplo, la selva tropical en el suroccidente de Colombia va a desaparecer en diez años por contaminación, ¿a dónde más vas allí? No hay nada más de qué hablar, salvo que quien consume esas noticias diga: ¡terrible! Pero no hay nada más que hacer. En cambio, si tú encuentras que en Brasil, en una parte del Mato Grosso, una comunidad encontró una forma de combatir la deforestación, pues buscas las similitudes con Colombia y cuentas la historia con el ánimo de que pueda replicarse, y hay esperanza de que algo puede cambiar.

Esto, además, ofrece otro panorama al consumidor de noticias que se ve reflejado en el time on page, es decir, en el indicador del tiempo que pasa la gente leyendo una nota de soluciones. Hemos hecho muchos análisis y hay algo que se repite constantemente: el lector pasa mucho más tiempo con una nota de soluciones que con una nota de periodismo tradicional.

¿Podría decirse que el periodismo de soluciones puede ser una herramienta para contar la realidad medioambiental? Es decir, en asuntos como el cambio climático se necesitan transformaciones de comportamiento y acciones puntuales. ¿Cree que si se muestran más soluciones, la gente se va a mover más?
L. G.: El periodismo de soluciones no te dice “cambia este comportamiento”, pero te muestra una instancia en la cual el cambio de comportamiento lleva a esto o a aquello, y te puede inspirar a hacer algo similar.

El cambio climático es un asunto tan amplio que algunas cosas pueden escapar a nuestra potencia como humanos. No sabemos si a lo mejor ciertas fuerzas en nuestro planeta evolucionan así, y no hay nada que podamos hacer. Pero para lo que está demostrado y en lo que nosotros tenemos injerencia o estamos provocando unas reacciones adversas en la Madre Tierra, ahí sí se puede practicar el periodismo de soluciones.

El periodismo de soluciones busca analizar respuestas y evidencias que pretenden resolver sistémicamente un problema, y que sean replicables en otras comunidades.

Infortunadamente, el movimiento ambiental ha sido uno de los peores a la hora de mandar los mensajes a los consumidores de noticias, porque la mentalidad catastrofista, al igual que esa idea del castigo por no actuar, a lo único que lleva es a que la gente no quiera escuchar más sobre el tema y a que los que no creen en el cambio climático sigan no creyendo, y a que los que creen, sientan que no hay nada más que hacer que meterse en la cama y quedarse ahí hasta que todo explote.

Obviamente sí, todo es un desastre. Pero hay millones de actividades, esfuerzos, iniciativas que no se visibilizan regularmente y que de hacerlo podrían dar otras perspectivas, enriquecer, adoptarse inmediatamente, tener toda clase de repercusiones positivas. Y no es la notita rosa. No es: mi amiga María ha creado un enjambre de abejas en el patio de su casa para hacer su propia miel. ¡No hablamos de eso! Aunque sí del movimiento de casas que son neutrales en sus emisiones de CO2 o del impacto al medioambiente. Entonces, si estás a punto de construirte una casa, ¿por qué no hacerlo de manera sostenible?

Cuando ves la imagen del osito polar o del iceberg derritiéndose, eso te dice que ya no puedes hacer nada, y dejas de hacer cosas que sí puedes hacer. Ese tipo de narrativas te exime de la responsabilidad de hacer lo que sí puedes, por ejemplo un excelente reciclaje.

Hay un montón de iniciativas que en este momento están ocurriendo, que podrían ser replicables y escalables. Y una manera de hacerlo posible es visibilizándolas. Pero es importante recordar que para que realmente obtengan esta respuesta deben ser soluciones probadas, resultados comprobables casi que científicamente.


3El caso al que se refiere Liza Gross es el del Hospital y Centro Médico St. John en Detroit, donde se creó el programa Mother Nurture, que consistió en identificar a un grupo de madres lactantes afroamericanas y hacer con ellas un trabajo de concientización y empoderamiento sobre la importancia de amamantar a sus hijos. El cuerpo médico, a través del equipo de Servicios Femeninos, hizo esta formación desde datos científicos. Cuando contó con un grupo de mujeres afroamericanas formadas, ellas empezaron a hablar con nuevas madres lactantes. Era una conversación bien recibida, porque se sentían en más confianza e identificadas. Esta experiencia se ha ido replicando en otros hospitales y estados en Norteamérica.

“La gente necesita la verdad, pero también necesita esperanza para poder tomar decisiones”.

Entrevista con Luisa Fernanda Cadena

Psicóloga clínica con maestría en Investigación en Psicología de la University College London y maestría en Políticas Públicas en Salud Mental de la Universidad de Oxford

¿Qué pasa en el cerebro de las personas cuando ven, leen u oyen noticias negativas?
Luisa Fernanda Cadena: Paradójicamente, el cerebro está un poco programado para preferir las noticias negativas. No porque nuestra salud mental esté mal, sino porque el cerebro en general prefiere o necesita saber primero lo que puede llegar a ser peligroso para poder prever posibles soluciones. Entonces, qué pasa: el cerebro escucha las noticias negativas y el cuerpo genera una alerta que se traduce emocionalmente en incertidumbre y cerebralmente en cortisol, que es la hormona (neurotransmisor) que el cerebro segrega cuando, por ejemplo, estás a punto de comenzar una pelea, una argumentación, o cuando te van a robar.

Los altos niveles de cortisol en el cerebro, generados de manera constante –que es como llegan las noticias negativas–, llevan a depresión, aumento de peso, dolor de cabeza, enfermedad coronaria, dificultades en la memoria y baja concentración.

Por otra parte, las noticias se presentan como problemas irresolubles, lo cual genera frustración, que cerebralmente se traduce en altos niveles de cortisol y en una reducción de serotonina y endorfina. Así mismo, las malas noticias a largo plazo comienzan a generar cosas similares al estrés postraumático. En la medida en que lo repites y lo repites, vas aumentando el nivel de estrés.

¿Es posible cambiar esa tendencia del ser humano a preferir lo negativo?
L. F. C.: Sí, eso es una cosa filogenética, es instintiva; pero los seres humanos estamos atravesados indiscutiblemente por el lenguaje, y muchos asuntos que son instintivos pueden ser moldeados por la experiencia. Si tú empiezas a observar, hay mucha gente que prefiere no ver noticias, no prender el televisor, apagar las redes. Las personas empiezan a darse cuenta de que necesitan mantenerse informadas, pero no quieren que llegue a su sistema un bombardeo de noticias negativas, porque les hace daño.

En ese orden de ideas, ¿qué generan las noticias que muestran soluciones a los problemas?
L. F. C.:
Exactamente lo contrario. Cerebralmente, las noticias positivas, esperanzadoras, que muestran que todavía se puede hacer algo, elevan los niveles de serotonina y endorfinas, generan altos grados de concentración y memoria, y mejoran el estado del ánimo.

Esto es muy claro en los adolescentes, por ejemplo. Para ellos, las noticias que no muestran la posibilidad de un cambio son peores. Por el momento de vida en el que están, los jóvenes tienen mayor tendencia a deprimirse al no ver futuro, y para quienes tienen ideaciones suicidas los pueden llevar incluso a intentarlo. Si uno analiza la historia de Greta Thunberg, se da cuenta de que solo cuando ella empieza a hacer algo por tratar de combatir el cambio climático, comienza a salir de su estado de depresión.

Las buenas noticias pueden generar, en términos neuropsicológicos, mejores procesos de decisión. Como estás más concentrado puedes ver de manera más clara las decisiones. Es importante saber lo que está pasando; pues también el bien sucede. Hay personas que están buscando soluciones. La gente necesita la verdad, pero también necesita esperanza para poder tomar decisiones.

Usted habla de algo muy importante: la acción. En temas medioambientales es fundamental lograr que la información genere cambios. ¿Cómo debería hacerse?
L. F. C.:
Ya se dijo que el cortisol es generado por el miedo, y usualmente esto lleva a la parálisis, no sin antes pasar por un estado de desesperanza profunda. El medioambiente se ha manejado así, desde el miedo, con mensajes como “estamos acabando con todo”. Las fotos muestran cómo antes había nevados y ahora ya no hay; cómo antes había árboles y ahora ya no hay. Y bueno, llevamos años viendo la catástrofe, y sin embargo vemos que las cosas no cambian, lo que muestra que tal vez no sea por ahí. Hay que cambiar las narrativas. No se trata de mentir, pero sí de poner en una balanza la cantidad de notas que llevan a la inacción y aquellas que nos pueden llevar a la acción, y optar por transmitir más las segundas.

El ser humano debe tener la capacidad de recibir así mismo las “malas noticias”. Pero ahí también hay que evaluar la manera como se presentan, cuestionarse si están llevando a alguna solución o si solo dejan incertidumbre. Es un reto para el periodismo lograr que la información no sea simplemente mostrar datos que casi siempre no llevan a nada. Es importante evaluar esa sensación de incertidumbre.

“No se puede solo hacer sonar la alarma. Hay que acompañarla con soluciones”.

Entrevista con Natalia Lever

Directora para América Latina de The Climate Reality Project, México. Esta es la ONG fundada por el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, con el propósito de impulsar soluciones frente al cambio climático en todos los niveles de la sociedad

¿Qué hace The Climate Reality Project?
Natalia Lever:
Surge a partir de una película que se llama Una verdad incómoda. Fue la primera vez que la opinión pública, que la masa de gente empezó a hablar de cambio climático. Allí Al Gore hizo una presentación sobre la ciencia del cambio climático y contó a qué nos estábamos enfrentando; de nuevo, el público pudo empezar a implicarse en la toma de decisiones. Después decidió formar la organización para darles voz a otras personas, porque pensó: si yo he podido hacer esto con mi voz y he podido alcanzar a mandatarios y gente que tiene poder en la toma de decisiones, voy a empoderar a ciudadanos para que conozcan sobre la ciencia, la economía, la política y las comunicaciones necesarias, y así hacerles ver a los tomadores de decisión qué rumbo hay que tomar. Al día de hoy ya hemos entrenado a más de 20 000 personas en el mundo, ciudadanos que vienen de todos los caminos y edades, porque estamos convencidos de que todos tenemos un papel que desempeñar para enfrentar el cambio climático.

Hay que cambiar las narrativas. No se trata de mentir, pero sí de poner en una balanza la cantidad de notas que llevan a la inacción y aquellas que nos pueden llevar a la acción, y optar por transmitir más las segundas.

Cuando uno ve los primeros discursos de Al Gore, el enfoque es más catastrofista. ¿Cómo enfocan la narrativa y el lenguaje en la organización para generar acción?
N. L.:
Como nosotros lo vemos, el trabajo que hacemos en términos de educar al público es devolverles el derecho a conocer la verdad detrás de la crisis climática. Y esa verdad tiene dos caras, por así decirlo. Una es que hay un riesgo alto, y esa es una realidad de la que tenemos que hablar: el riesgo humano en el que están varias comunidades; la desigualdad con la que enfrentan las consecuencias diferentes grupos sociales; también las pérdidas económicas, que cada vez son mayores. Nuestra intención no es el amarillismo ni utilizar sentimientos de urgencia para movilizar. Simplemente, estamos regresando a la población el derecho a saber en dónde estamos parados.

Pero también es verdad que tenemos las soluciones a la mano, que las tecnologías avanzan cada vez más rápido y que, por tanto, la capacidad de revertir las cosas también se podría elevar. Así como es verdad que estamos ante un riesgo muy grande, y la manera en que hemos llevado nuestra actividad económica no solo nos pone en riesgo, sino que lo hace de forma desigual, también es verdad que tenemos las soluciones a la mano y que estamos a tiempo para prevenir las consecuencias más devastadoras que podría ocasionar el cambio climático en el ámbito económico y humano.

¿En qué se enfoca su narrativa?
N. L.:
Nuestra narrativa siempre se ha basado en la ciencia y en hacer que la gente conozca cuál es la verdad y cómo comunicar esa verdad con su comunidad y con los tomadores de decisiones en todos los ámbitos. En el ámbito gubernamental, en su empresa, en su edificio… porque todas las soluciones van a requerir una colaboración. Y mientras mejor informados estemos acerca de la ciencia y de las historias humanas detrás del cambio climático, de la tecnología y de las nuevas inversiones de la economía verde, vamos a estar mejor equipados para llevar esa verdad a las personas que pueden llegar a esa solución.

En términos de efectos o respuestas, acciones o cambios de comportamiento, ¿cuáles mensajes creen que funcionan más: los catastrofistas o los inspiradores/esperanzadores vistos a través de posibles soluciones?
N. L.:
Hay varios estudios que hablan acerca de la comunicación del cambio climático. Algo muy claro es que cuando se comunica solamente la parte del riesgo y la catástrofe, esto causa que la gente se desentienda y no quiera seguir escuchando porque se asusta. Entonces, uno no puede solamente hacer sonar la alarma. Tenemos que ir más allá y mostrar soluciones. Intentamos hablar de las consecuencias y las catástrofes a través de historias humanas: de personas detrás del incendio o el huracán, de la sequía o la inundación, e intentamos generar empatía en las personas. Esas son historias de gente que está atravesando por una situación que puede ser remediable y por eso el foco siempre estará en las soluciones. Es importante conocer estas historias, porque si no tampoco habrá motivación de entender cuál es el problema.

Hay que generar empatía y no solamente usar números y datos, porque somos animales, aunque razonemos de una manera diferente a otros seres. Tenemos un cerebro que es muy instintivo y no utiliza tanto el lóbulo frontal, el cual nos ayuda a razonar con mayor profundidad. Por ejemplo, si asustamos a alguien a quien queremos acercar de alguna manera a la conversación, pues no sirve de nada; lo que va a responder el cerebro es: me asusto, me cierro, no quiero saber de esto porque además nadie lo puede resolver. Entonces, cuando hablamos de la verdad, lo hacemos con historias, mostramos el problema y muy rápidamente contamos soluciones. Tan contundente es contar la realidad que nos está pasando como la habilidad de contar que esto tiene solución.

“Me interesa explorar cómo la crisis de salud del coronavirus está teniendo impacto en nuestra relación con el planeta”.

Entrevista con Rahomir Benítez

Periodista. Director de contenidos en El Meridiano de Córdoba

¿Cómo funciona la redacción de El Meridiano?
¿Cuentan con una sección específica de medioambiente? ¿Cuántos periodistas están asignados a esta fuente?
Rahomir Benítez:
No tenemos una sección de medioambiente. Pero sí tenemos periodistas a los que les gusta trabajar el tema, y un domingo al mes sacamos una página dedicada al medioambiente. Es una página variable que se alterna con otros temas. Nosotros no tenemos un periodista exclusivo para la fuente, sino dependiendo de quién esté interesado, lo hace. En la página de agro y economía a veces también tocamos temas ecológicos y de medioambiente. Si durante la semana pasa algo que nos parezca relevante, lo ubicamos ahí. Así mismo, hay una periodista que está pendiente de la información que publican, por ejemplo Parques Nacionales Naturales o la Corporación Autónoma Regional; es decir, las instituciones ambientales.

¿Cuáles son los principales temas/problemáticas medioambientales abordados en esta zona del país?
R. B.:
Lo principal son los cultivos ilícitos por todo lo que significan. Primero, la pelea de sí o no al uso de glifosato, y segundo por el tema de los conflictos alrededor del Parque Nacional Natural Paramillo, que es el que tenemos cerca. Esos son los temas más importantes. Otro asunto que para nosotros es relevante es el agua, sobre todo cuando se empieza a quitar terreno a humedales y/o a cerrar bocas de acceso a humedales y caños perjudicando a las comunidades, bien sea por sequía o por inundación.

¿Con qué frecuencia salen temas medioambientales, tanto en el periódico impreso como en la web?
R. B.:
No te puedo decir que todos los días sacamos noticias, pero cada vez que sucede un hecho, nosotros estamos muy atentos. La persona que está pendiente de cubrir la fuente de medioambiente, cada vez que hay oportunidad de sacar una noticia, lo hace. Y fijo, la página que te mencioné, que sale un domingo cada mes.

Si tuviera que hablar de un enfoque para las notas medioambientales, ¿cuál diría que le dan? Es decir,
¿son más de denuncia, inspiradoras, propositivas?
R. B.:
Nuestras notas son generalmente de denuncia. Nosotros nos caracterizamos por denunciar cuando las cosas se están haciendo mal, por ejemplo, la tala de bosques, la deforestación…. todo ese tipo de cosas. Hemos estado denunciando siempre todo lo que sucede alrededor de los humedales. Pero si encontramos gente que se preocupa y que trabaja y hace las cosas bien, que crea empresa a través del medioambiente, nosotros también somos propositivos. Hay una cosa que se llama la Burroteka4, el árbol de moda que todo el mundo sembró y ya están recogiendo. Entonces, a ellos les hemos hecho como dos o tres notas positivas, pues promueven la compra de madera legal. Están haciendo una economía sobre este tema. Entonces, uno esas cosas las pone como ejemplo para que se replique. 

Esa nota que usted cuenta se podría catalogar como periodismo de soluciones. ¿Cuál es la percepción
del periódico frente a esta técnica periodística?
R. B.:
En El Meridiano, cuando pensamos en este tipo de notas, pues entonces buscamos quién tiene la solución para superar el problema. Hay temas en los que encontrar eso es mucho más difícil –por ejemplo, lograr que nuestros campesinos dejen de sembrar coca es complicado–. Pero hay otros menos difíciles y ahí se busca que las diferentes entidades muestren qué están haciendo para solucionar el problema.

Entonces, uno la usa en el momento en que la cree conveniente. Pero lo cierto es que nuestro estilo en El Meridiano es denuncia. Es un periódico que está pendiente de cuando las cosas se hacen mal. Nosotros tenemos espacio para noticias positivas, claro, y cuando las hay las hacemos públicas porque no todo es malo, y conocemos acerca de las noticias propositivas. De pronto no en medioambiente, pero sí en otros temas, en publicaciones especializadas.

Todavía no tenemos una revista ambiental, por ejemplo, pero tenemos revistas especializadas en otros temas como urbanismo y educación. Sin embargo, hace dos años sacamos un coleccionable de medioambiente, un libro de casi 200 páginas hablando de ríos, mares y ciénagas de los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar y el norte de Antioquia. Era como una guía para que la gente pudiera ubicarse y ver qué tantos recursos hídricos teníamos y cómo estábamos. Una apuesta que hicimos. 

Un tema como el cambio climático, ¿cómo lo cubren? ¿Es de su interés? ¿Toman información de agencias internacionales?
R. B.:
El cambio climático no es un tema de primer orden para nosotros, porque nuestro periódico no es ambiental, pero cuando esto toca mucho la región, cuando nos vemos afectados por sequías o inundaciones, cubrimos las noticias. Cuando estas son de nivel mundial, que se salen del orden y que son de mucho interés, también las publicamos. Pero hay otras que no. Las notas internacionales se toman de agencias y otros medios cuando están bien hechas.

¿Qué temas medioambientales cree que deberían tener más fuerza en la región donde está su medio de comunicación?
R. B.:
Nosotros buscamos temas que “le peguen” a la gente, que la gente sienta que de verdad tiene que ver con ellos.


4Operaciones como Burroteka incentivan a la región a reforestar de manera ambiental y socialmente responsable con un foco generacional. El Meridiano (17 de octubre de 2019). https://elmeridiano.co/noticia/llego-la-hora-de-reconsiderar-restriccion


Caja de herramientas

Tomado y adaptado del manual básico de periodismo de soluciones de Solutions Journalism Network

¿Cómo encontrar una historia basada en soluciones?

Estas son algunas fuentes o lugares donde puede hallar información para añadirle rigurosidad a su trabajo y darle un giro a su historia:

  • Consulte trabajos académicos revisados por expertos: los estudios de caso y las reseñas de la literatura especializada pueden ayudar a sacar a la luz cosas que funcionan en distintos ámbitos. Google Académico es un buen lugar para empezar. Escriba algunas palabras clave (por ejemplo, crisis climática y salud humana) y trate de ajustar el periodo sobre el que realiza la búsqueda. Incluso leyendo algunos resúmenes podrá darse una idea de la nueva forma de pensar en un determinado ámbito.
  • Hable con expertos académicos: si tiene la oportunidad, intente ponerse en contacto con los autores de trabajos académicos relevantes. Hágalo a través de las oficinas de prensa de las organizaciones. Muchos de ellos además tienen cuentas en redes sociales y este es un buen camino para contactarlos. Entrevístelos, aunque solo sea para ampliar el contexto.
  • Revise los informes oficiales: en cuestiones de medioambiente existen diferentes instituciones que proveen estudios sobre cambio climático, agua, océanos, biodiversidad, entre otros temas. Tenga en cuenta estos datos y mire cómo se pueden aplicar al problema que está estudiando y, sobre todo, a la solución.
  • Hable con personas que participan en la implementación: una de las diferencias entre el periodismo de soluciones y el periodismo tradicional es el énfasis en el “cómo”. Las buenas historias orientadas a soluciones no solo informan qué está ocurriendo, sino también todos los pequeños detalles de cómo se está haciendo o llevando a buen curso esa solución. Por ese motivo, con frecuencia es bueno hablar con la gente que participa directamente en la implementación de una idea.
  • Consulte a las personas y organizaciones que están en contacto permanente con el problema que está investigando: por ejemplo, si su tema es deforestación en la Amazonía, hay muchas organizaciones que trabajan en paralelo en este tema, pero lo hacen de manera diferente. Hacer seguimiento a lo que funciona y a lo que no puede dar una perspectiva de solución. Así mismo, esta red de organizaciones ambientales puede mantenerlo informado de nuevos hallazgos o elementos frente al tema de trabajo.

Pasos para contar historias desde un enfoque solución/acción

1. Identifique un problema o un tema preocupante en su entorno, o que a nivel nacional/global repercuta en su región (por ejemplo, el cambio climático, la deforestación, la calidad del aire, el uso desmedido de plástico).

2. Pregúntese: ¿Qué le falta al debate público? ¿Se tiene conciencia del problema? ¿Se tiene conciencia, pero el descontento no es suficiente? ¿Qué podría hacerse con esto? ¿Quién está resolviendo mejor el problema? ¿Este problema se presenta en otro lugar? ¿Qué han hecho allá? Si las respuestas lo llevan a determinar que esta problemática ya está siendo resuelta de alguna manera, pero que se pueden generar más acciones, entonces este tema es un buen candidato para una investigación que se centre en la solución. 

3. Si descubre que sí se ha hecho algo para solucionar el problema, continúe preguntándose: ¿hay evidencias de soluciones exitosas? ¿Son evidencias confiables? ¿Es una excepción o incluye lecciones de las que otros podrían beneficiarse? Si la historia ocurre fuera de su comunidad, ¿puede darle relevancia local enmarcándola como algo de lo que su comunidad tenga que estar enterada?

4. Manos a la obra. Comience la producción, y si las respuestas a las preguntas anteriores son contundentes, hable con su editor o con la persona encargada para buscar espacio a su publicación.

5. Piense en el después. Muchas buenas historias se pierden en los homes de los sitios de Internet o en las páginas de los periódicos. Es importante pensar en una estrategia para su difusión, de preferencia digital y apalancada en redes sociales.

¿Cómo construir la historia?

  • Haga de la solución el eje narrativo.
  • Adéntrese en los detalles de la implementación de la solución.
  • Presente evidencia de resultados y efectividad, no solamente intenciones.
  • Incluya personajes para darle color a la historia, pero no olvide que no se hace apología al héroe. El eje narrativo es el proceso de resolución del problema.
  • Ofrezca detalles de las limitaciones o de los obstáculos que se presentaron durante el proceso.
  • No sensacionalice ni promueva puntos de vista. 

¿Cómo evitar caer en la “nota positiva”/“buena nota”?

1. Identifique que lo que está haciendo es mostrar una solución.
La prueba de fuego: si el artículo no describe una respuesta, no es periodismo de soluciones. La respuesta debe estar explicada dentro del contexto del problema que trata de resolver. Registrar las causas de ese problema pondrá en claro la posibilidad de una solución para tener influencia e impacto.

2. Pregúntese: ¿qué es una respuesta?
Un buen artículo de soluciones ahonda en cómo se resuelven los problemas, investigando y haciendo preguntas como esta: ¿qué modelos tienen éxito en mejorar un resultado en este tema y cómo funcionan realmente? La narrativa es impulsada por la resolución del problema y la tensión radica en la dificultad intrínseca de resolverlo.

3. Presente pruebas de los resultados. ¡No se trata de buenas intenciones!
El periodismo de soluciones se trata de ideas, pero, como en todo buen periodismo, se determina qué funciona (y qué no) y, siempre que esto sea posible, con base en evidencias concretas. Cuando se refiere a ideas en las etapas iniciales, donde posiblemente la única “evidencia” sea la afirmación de observadores fiables, la clave es no hacer afirmaciones excesivas.

4. No todo es perfecto. Analice lo que no funciona.
No existe la solución perfecta para un problema social. Todas las respuestas tienen advertencias, limitaciones y riesgos. El buen periodismo de soluciones no huye de las imperfecciones.

Los páramos son ecosistemas fundamentales para la regulación y suministro de agua en las ciudades. Muchas comunidades campesinas buscan protegerlos por medio de actividades como la apicultura. Foto: Natalia Borrero Morales

Referencias

Achor, S; Gielan, M. (2015). Consuming Negative News Can Make You Less Effective at Work. https://hbr.org/2015/09/consuming-negative-news-can-make-you-less-effective-at-work

Asayama et ál. (2019). Why Setting a Climate Deadline Is Dangerous? Nat. Clim. Change. pp. 570. 

Arana, G. (2015). The Benefits Of Positive News Ripple Far Beyond The First Smile. https://www.huffpost.com/entry/michelle-gielan-broadcasting-happiness_n_55d3b320e4b055a6dab1ee4b

Funtowicz, S. (2020). From risk calculations to narratives of danger. En Climate Risk Management. Volumen 27. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2212096320300024#bb0005

Gross, L. & Rosenberg, T. (2018). Periodismo de soluciones. Presentación Festival Gabo, Medellín.

Restrepo, J. D. (2018). ¿Qué es el periodismo? https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/1763

Scott, C. (2015). 5 key research findings about young online audiences from BBC World Service. https://www.journalism.co.uk/news/five-key-research-findings-about-young-online-audiences-from-bbc-world-service/s2/a588021/

Solutions Journalism Network. (s. f.). Herramientas básicas para hacer periodismo de soluciones. https://learninglab.solutionsjournalism.org/es/welcome

The New York Times. (2 de enero de 2008). Young adults suffering from news fatigue, study says. https://www.nytimes.com/2008/06/02/technology/02iht-young.1.13383992.html