El clima está cambiando, ¿y nosotros?
Por Angélica Cuevas
Entre julio de 2019 y marzo de 2020, una quinta parte de todos los bosques de Australia ardieron hasta las cenizas durante la temporada de incendios forestales más destructiva de la que se tenga memoria. El área incinerada –7,7 millones de hectáreas– es difícil de dimensionar: 45 ciudades del tamaño de Bogotá reducidas a polvo por el fuego. La furia y la duración de los incendios fue una consecuencia de la actual crisis climática, provocada por los humanos.
Algunos estudiosos intentan exonerar a nuestra especie, cargando las culpas a los caprichos del clima (el chivo expiatorio habitual en tales casos) (…) Pero el registro histórico hace que Homo sapiens aparezca como un asesino ecológico en serie.
Yuval Noah Harari, De animales a dioses
Mil millones de mamíferos, reptiles, insectos y otros animales murieron en Australia; 3000 casas fueron destruidas y 33 personas fallecieron cuando las llamas las alcanzaron. Esa fue la cifra preliminar de víctimas que entregó el gobierno. Sin embargo, en marzo de 2020, epidemiólogos de la Universidad de Tasmania publicaron un artículo en el Medical Journal of Australia donde evidenciaron cómo el aire altamente contaminado por la ceniza produjo 400 muertes adicionales y 4000 hospitalizaciones en las zonas urbanas hacia donde se desplazó el aire sucio. Debido a esta emergencia climática, Sídney experimentó 81 días en los que la carga de polución superó toda la cantidad de aire contaminado que se había respirado en la capital australiana en 10 años.
“Eventos como los incendios forestales australianos son vistos como un presagio de un futuro que se está convirtiendo rápidamente en presente”, sentenció el editorial de la revista Nature Climate Change, publicado en febrero de 2020, al referirse a las múltiples proyecciones sobre los impactos del cambio climático en el planeta y en la vida humana. Esta catástrofe es solo otro ejemplo del desequilibrio que hemos provocado en el planeta. Es, también, un síntoma de que estamos adentrándonos en un escenario que promete empeorar.
Durante el 2019, según el informe anual sobre el Estado del Clima Mundial, publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las altas temperaturas que se registraron en Australia, la India, el Japón y Europa batieron los récords históricos y afectaron negativamente la salud y el bienestar de la población. En Japón, una intensa ola de calor provocó más de 100 muertes y 18 000 hospitalizaciones. En Francia, el mismo fenómeno produjo 1462 fallecimientos y más de 20 000 visitas a urgencias.
Año tras año, el impacto del cambio climático en países tropicales, como Colombia, viene reduciendo la disponibilidad de agua, degradando los ecosistemas marinos, disminuyendo la pesca, afectando la calidad de los suelos para cultivo y generando una drástica expansión de enfermedades como el dengue. Según el informe de la OMM, los mosquitos del género Aedes, transmisores del virus, se han expandido desde zonas húmedas y cálidas hacia zonas más altas, disparando los contagios y aumentando el riesgo de infección. Hoy, aproximadamente la mitad de la población mundial podría estar cerca de contraer el virus.
Todas estas historias han sido publicadas y emitidas en periódicos, canales de televisión y emisoras del mundo. Los periodistas hemos sido cruciales en la divulgación de la mayor amenaza medioambiental a la que nos hemos enfrentado como especie. Sin embargo, la falta de acciones colectivas para contener el problema nos deja ver que la humanidad parece no estar entendiendo la urgencia que se avecina detrás de estos impactos. No actuar es darle la espalda a una emergencia que está poniendo en peligro millones de vidas.
Cubrir esta crisis climática podría suponer el reto más importante al que se enfrenta cualquier reportero de nuestro tiempo. Da lo mismo que ese periodista viva en Grecia, Canadá, Vietnam, Nueva Zelanda, Nigeria, Filipinas o Colombia. Si entendemos que es nuestra sostenibilidad como especie la que está en riesgo, convertir la crisis climática en un eje que atraviese nuestra agenda informativa es una responsabilidad que no admite espera.
Este capítulo presenta la magnitud de la emergencia climática que enfrentamos: expone los conceptos básicos del problema, muestra cómo una serie de reporteros internacionales está impulsando una revolución informativa alrededor de su cubrimiento y finaliza entregando una guía práctica para mejorar la producción de información y la generación de conversaciones alrededor del cambio climático en Colombia.
1. Nociones básicas del problema
Por más de treinta años, científicos en todo el mundo han encontrado evidencias de que el clima está cambiando. Aunque la Tierra ha tenido variaciones climáticas desde que se formó como planeta, es un hecho que las actividades humanas han ocasionado un aumento descontrolado de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) hacia la atmósfera.
Esto ha alterado los ciclos naturales de la Tierra y causado su calentamiento. La Tierra funciona como un gran sistema que resulta de la interconexión de bosques, montañas, lagos, ríos, mares y desiertos que a su vez conforman biomas. Cada vez que ese sistema se altera, la vida humana se altera.
En 1988, las Naciones Unidas crearon el Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC) para analizar justamente ese tipo de alteraciones. Desde entonces, un grupo de científicos especializados en diferentes estudios del planeta han adelantado, con el apoyo de 195 gobiernos, la serie de investigaciones más exhaustiva que existe sobre el tema. De esa manera, el Panel se ha posicionado como un actor clave para determinar las rutas de acción de cada país frente a la emergencia.
El IPCC define el cambio climático como “cualquier cambio que se da en el clima con el tiempo, debido a la variabilidad natural o como resultado de actividades humanas”. Lo anterior no implica que la responsabilidad esté dividida. El Panel ha repetido con vehemencia que son las acciones humanas las principales culpables de que la temperatura en la Tierra esté aumentando.
En los últimos 10 años, la extensión del hielo marino en la Antártida y Groenlandia se ha mantenido en niveles relativamente bajos. Con el derretimiento de este hielo, los límites de los continentes se estrechan poco a poco, forzando el desplazamiento de quienes viven en las orillas. El IPCC calculó que el calentamiento provocado por la actividad humana aumentó en 2017 a aproximadamente 1 °C con respecto a los niveles preindustriales.
¿Cómo lo hicieron? Para calcular los cambios que ha tenido el clima en las últimas décadas, los científicos del IPCC decidieron sentar como base la temperatura que la Tierra registró entre 1850 y 1900, cuando aún no habíamos emprendido la carrera por la industrialización. Sobre esa cifra, definieron qué tanto incidimos como especie en la alteración del clima. Luego, a partir de minuciosos estudios, encontraron que, desde la era preindustrial hasta 2017, la temperatura promedio de la Tierra aumentó 1 °C.
Ese grado centígrado adicional ha transformado drásticamente los hábitats de los animales del planeta; disminuido nuestra disponibilidad de comida, causado emergencias sanitarias y acrecentado la desigualdad social. En Colombia, de acuerdo con el IDEAM, hay suficiente evidencia para probar la relación directa entre el cambio climático y la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar, el deterioro de la biodiversidad, la reducción de nuestros nevados –que aún proveen de agua a acueductos–, la disminución en la productividad de los suelos agrícolas y diversos impactos en la salud de los colombianos.
Naciones Unidas ha alertado sobre la altísima probabilidad de que el calentamiento global llegue a 1,5 °C entre 2030 y 2052, y sus voceros se han mostrado sumamente preocupados porque el tiempo para evitar un escenario catastrófico se está agotando. António Guterres, actual secretario general de Naciones Unidas, ha advertido que es urgente que los estados adelanten acciones drásticas para disminuir sus emisiones, aunque esto implique una completa reestructuración económica y social.
Los expertos indican que se requerirán cambios sociales significativos aún más profundos que los que hemos tenido hasta hoy para prevenir ese aumento en la temperatura. Estos cambios deben conducir a la reducción del uso de aviones, el estricto consumo de productos que no deterioren el medioambiente y la minimización del uso de plásticos. Aún más importante, los países que son las principales fuentes de contaminación deben tomarse el asunto en serio y reducir sus emisiones de gases efecto invernadero en un 55 % para 2030, un reto que exigirá decisiones y medidas drásticas, sobre todo teniendo en cuenta el estado actual de las cosas.
Peligrosos incumplimientos
El IPCC, junto a numerosos centros de estudios nacionales e internacionales, se ha esforzado por llevar el debate sobre la emergencia climática a un punto en el que se tomen acciones concretas. Los aportes del grupo de expertos han sido invaluables. Sus distintas publicaciones y, sobre todo, las incisivas conclusiones de sus informes han resultado fundamentales para que la opinión pública se informe, comprenda lo que ocurre, cree discursos y se movilice. Sus pronunciamientos, de igual modo, han promovido el accionar de los gobiernos en la formulación de políticas públicas dirigidas a la mitigación, adaptación y educación frente al cambio climático.
Los países han utilizado la información de grupos como el IPCC para producir conocimiento local sobre el tema a partir de enfoques multidimensionales y para formular planes que les permitan avanzar en el cumplimiento de diversos compromisos internacionales dirigidos a la reducción de emisiones de gases efecto invernadero hacia la atmósfera.
En 1994, Colombia se adhirió a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), que desde 1992 fue enfática en establecer la relación entre emisiones y cambio climático. Luego, en el año 2000, el país se acogió al Protocolo de Kioto, considerado el primer paso importante en la consolidación de una estrategia mundial para la reducción y estabilización de las emisiones de gases efecto invernadero. Quince años más tarde, durante las negociaciones del Acuerdo de París de 2015, Colombia se comprometió ante la CMNUCC a reducir en un 20 % sus emisiones respecto al nivel proyectado para el 2030.
Al adherirse al Acuerdo, Colombia entró a la lista de los 195 países que se comprometieron a tomar medidas drásticas para estabilizar la temperatura de la Tierra en los próximos 100 años e impedir un aumento cercano a los 2 °C. ¿Cómo lo lograrían? Principalmente reduciendo al mínimo las emisiones de carbono producidas por el funcionamiento de fábricas, plantas eléctricas, camiones y autos; haciendo una transición hacia el uso de energías más limpias; promoviendo planes de mitigación en zonas costeras, urbanas y rurales; distribuyendo de manera más inteligente los usos de la tierra, y frenando la deforestación.
Aunque inicialmente el Acuerdo de París se vio como un instrumento invaluable, pues recogía preocupaciones que se venían advirtiendo por más de tres décadas, pronto quedó rezagado por los intereses económicos de potencias como Estados Unidos, China, Rusia e India, responsables de producir la mayor cantidad de emisiones contaminantes.
En 2019, Estados Unidos anunció que se retiraría del Acuerdo, ya que, según su presidente, Donald Trump, ese compromiso ponía en riesgo millones de empleos y los estadounidenses no iban a “responsabilizarse de limpiar la contaminación de otras naciones”. Por su parte, China se fijó la meta de producir en los próximos años la mayor cantidad de energía basada en plantas de carbón, una visión que va en contravía del Acuerdo.
Hoy, a mediados de 2020, la mayoría de los países del mundo, incluido Colombia, han fallado de manera sistemática en el cumplimiento de sus objetivos autoimpuestos. Recientemente, el IPCC presentó un informe sobre el estado del cumplimiento de los compromisos del Acuerdo y reveló, con preocupación, que solo el 20 % de los países han logrado algún tipo de avance. Los más grave es que los países más contaminantes se encuentran en el grupo de los rezagados. Y sin el compromiso de China (responsable del 26,8 % de las emisiones de gases de invernadero), Estados Unidos (13,1 %), India (7 %), Rusia (4,6 %) y Europa (9 %), al resto de las naciones le quedará muy difícil afrontar el desafío universal de estabilizar la temperatura de la Tierra.
El futuro no es promisorio. Mientras los científicos han determinado que al ritmo que vamos el mundo llegará a un punto de no retorno y que el planeta ya viene marcando sus límites, los empresarios, los líderes políticos y la sociedad no actúan a la velocidad necesaria.
Ante una emergencia climática de esta dimensión el periodismo deberá sentar una postura política más clara ante la manera en que se enfrenta a este tema. Después de todo, estamos hablando de un escenario que está poniendo en riesgo la calidad de vida de la humanidad en todos sus aspectos. El clima cambió, ¿y los periodistas?
Cinco publicaciones para entender el impacto del cambio climático en Colombia y la respuesta y compromisos adquiridos por el Estado
Resumen ejecutivo Tercera Comunicación Nacional de Colombia a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Tercera Comunicación Nacional de cambio climático.
IDEAM, PNUD, MADS, DNP, Cancillería. 2017.
Nuevos escenarios de cambio climático para Colombia 2011-2100. Herramientas científicas para la toma de decisiones – Enfoque nacional – regional: Tercera Comunicación Nacional de cambio climático. 2015.
IDEAM, PNUD, MADS, DNP, Cancillería.
“Conocer: El primer paso para adaptarse. Guía básica de conceptos sobre el cambio climático”. Tercera Comunicación Nacional de cambio climático, 2016.
IDEAM, PNUD, MADS, DNP, Cancillería.
Cambio climático:
Lo que está en juego
WWF Colombia.
2015.
El Acuerdo de París. Así actuará Colombia frente al cambio climático.
WWF Colombia. 2016.
2. Se está gestando una revolución informativa
para responder a la emergencia (y deberías sumarte)
A finales de los años ochenta, John Vidal, reportero cultural del periódico The Guardian, convenció a sus editores de que lo apoyaran para abrir un espacio dedicado al cubrimiento de asuntos ambientales.
La reciente creación del Panel Intergubernamental en Cambio Climático de la ONU se sumaba a un incremento en la representatividad del Partido Verde en Londres y al fortalecimiento del movimiento de activistas ambientales en Europa. Un escenario que motivó al diario inglés a añadir a su agenda un punto de vista ambiental, decisión que luego lo convertiría en referente.
“El medioambiente es el planeta y absolutamente todo lo que está dentro de él”, repetía Vidal, en la sala de redacción, para hacer énfasis en la necesidad de abordar el cubrimiento ambiental como un asunto transversal a las demás agendas. Y la idea caló.
“The Guardian se ha tomado el problema en serio desde hace mucho tiempo, y esa frase sigue vigente y fue la que condujo a hacer que el enfoque ambiental impregnara toda la cobertura del periódico”, explicó en una entrevista Damian Carrington, Ph. D en geología, sucesor de Vidal y editor ambiental de The Guardian durante los últimos diez años. “Las cabezas de la organización respaldan esa mirada y nuestros lectores también”.
El periódico británico se ha comprometido con el cubrimiento ambiental a tal punto que hoy tiene un equipo de 12 periodistas que desde diferentes lugares del mundo reportan sobre el tema. Su página principal cuenta siempre con información ambiental actualizada y se ha vuelto pionero en la realización de especiales que incluyen sorprendentes visualizaciones de datos, reportajes gráficos, entrevistas y nuevos formatos dedicados exclusivamente a llamar la atención sobre la crisis climática.
Motivados por esta experiencia, una serie de periodistas ambientales de Estados Unidos y Europa, entre ellos reporteros de los periódicos The Guardian (Reino Unido), The New York Times, The Nation y The Atlantic (EE. UU.), vienen advirtiendo persistentemente que es hora de replantearnos la manera como informamos sobre el cambio climático. El argumento es sencillo: nos urge, como humanidad, frenar el calentamiento de la Tierra; la ciencia indica que para esto se requieren drásticas transformaciones sociales, así que si la sociedad debe transformarse, el periodismo tendrá que gestionar, también, su propia reinvención.
¿Cómo referirse a esta crisis climática?
En 2019, The Guardian fue el primer medio del mundo en anunciar un plan de transformación interna para cubrir la emergencia ambiental. El 17 de mayo, el medio publicó ‘Es una crisis, no un cambio’: los seis cambios en el lenguaje de The Guardian en materia climática, un artículo en el que se anunciaban una serie de ajustes al manual de estilo del diario que tenían como fin promover descripciones más fieles sobre lo que ocurre con el clima.
El medio inglés afirmó que, para sus periodistas, “la crisis climática es el tema más urgente de nuestros tiempos” y sustituyó el término “cambio climático” por “emergencia climática” o “crisis climática”. No se negó rotundamente a usar el término clásico, aunque su editora en jefe, Katharine Viner, explicó que esas dos palabras sonaban “bastante pasivas y suaves” para describir la dimensión del problema.
En el mismo sentido, pero sumándole un tono bastante autocrítico, las revistas estadounidenses The Nation y Columbia Journalism Review (CJR) anunciaron en 2019 el lanzamiento del proyecto Covering Climate Now, una alianza global que busca llevar la crisis climática al centro de la cobertura periodística de más de 200 medios de comunicación, entre periódicos, radios, canales de TV y podcasts del mundo. En abril de 2019, a través de su editorial “Los medios son complacientes mientras el planeta se destruye”, publicado en la página del CJR, la alianza de medios se responsabilizó de no haber logrado que el cambio climático fuese un tema relevante para la sociedad estadounidense y se culpó por haber fallado en la acuciante misión de informar sobre la historia más importante de nuestros tiempos.
El artículo llama la atención sobre la falta de compromiso de los medios para afrontar una crisis climática que se viene advirtiendo desde los años ochenta. También evidencia cómo los reporteros permitieron que discursos negacionistas sobre el cambio climático –promovidos por cierta clase política estrechamente relacionada con las industrias extractivas– encontraran eco en sus canales, generando confusión y desinformación entre millones de estadounidenses. Aún hoy, dice el editorial, es común que las notas sobre cambio climático sean recortadas en los espacios de emisión o relegadas a espacios muertos de la televisión debido a que no generan suficiente rating. “En un momento en que la civilización se está acelerando hacia el desastre, el silencio climático continúa reinando en la mayor parte de los medios de comunicación estadounidenses. Especialmente en la televisión, donde la mayoría de los estadounidenses aún reciben sus noticias. El afán por el dinero va en contra de una cobertura adecuada de la historia más importante de nuestro tiempo”, afirma el editorial.
Según el análisis, en Estados Unidos los reporteros se han esforzado muy poco por insertar en sus agendas políticas y económicas el enfoque del calentamiento global. De hecho, hay estudios que revelan que en los últimos 10 años la cobertura del cambio climático disminuyó en volumen y calidad. En contraste, la industria del entretenimiento continúa siendo dueña casi hegemónica de los espacios informativos: en 2012, un reporte de The Press Watchdog Media Matters encontró que, durante un periodo de un año y medio, la televisión y la prensa de Estados Unidos informaron un 40 % más sobre las hermanas Kardashian que sobre la acidificación de los océanos causada por el aumento de temperaturas. “No puedes resolver un problema si lo ignoras”, concluyen The Nation y el Columbia Journalism Review.
¿Pero por dónde empezar? O, puesto de otra manera, ¿cómo transformar las salas de redacción y los consejos editoriales para darle a la crisis climática el lugar que se merece? El grupo de reporteros definió una serie de ejes que podrían servir como un mapa de ruta para los periodistas interesados. A continuación, presentamos una recopilación de algunas de las sugerencias que podrían ser aplicadas por los medios de América Latina:
Siete consejos de Climate Change Now para hacer del cambio climático un tema más relevante:
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Aprende de los medios que lo están haciendo bien: Investiga quién está marcando la diferencia frente al cubrimiento ambiental. Atrévete a experimentar con formatos similares. Explora lo que hace The Guardian.
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Préstales atención a los adolescentes. Cientos de miles de jóvenes y niños en el mundo salieron a calles para unirse a las manifestaciones de School Strike 4 Climate de 2019, promovidas por Greta Thunberg. Es necesario generar contenidos para esta audiencia y para eso hay que comprenderla.
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Establece un grupo de reporteros que cubran cambio climático desde una perspectiva amplia y diversa. Los miembros de este equipo deben representar la diversidad económica, racial y de género de los países. De esta manera se garantizará que los contenidos repercutirán en todas las audiencias.
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Aprende de ciencia: Es necesario comprender los hechos que describen los científicos. Hay que tomarse el tiempo para educarse y sumergirse en las investigaciones y conceptos que se han publicado sobre la emergencia climática.
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Hay que ayudar a las regiones a informarse mejor: Para combatir el negacionismo y la desinformación se podría crear una coalición nacional de periodistas, que incluya a reporteros de las zonas más apartadas pero también a científicos, quienes se comprometan a informar en bloque cuando sea necesario visibilizar una problemática.
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Cubre las soluciones: Los reporteros tendemos a gravitar hacia las escenas del crimen y la tragedia, y nos resulta difícil encontrarle salida a un problema, pero ahora, con el cambio climático, la solución es una parte crítica de la historia. (Ver capítulo: Narrativa para la acción)
- No tengas miedo de señalar con el dedo: Desactivar la crisis climática debe ser un interés de todos, pero algunas entidades y políticos se oponen decididamente a hacer lo que la ciencia dice que es necesario. Ante esto, el periodismo no puede ser neutral. Debemos nombrar a las compañías, ejecutivos e inversionistas que se niegan a tomar medidas.
3. ¿Llegará la revolución periodística a Colombia? (eso depende de nosotros)
De acuerdo con la primera encuesta de percepción sobre cambio climático, publicada por el IDEAM en 2016, el 98 % de los colombianos considera que el fenómeno es real, el 57 % percibe que la temperatura está aumentando y el 75 % reconoce que está poco o nada informado respecto al tema. La encuesta no solo reveló esto.
También nos recordó a los periodistas que tenemos una responsabilidad frente al cubrimiento del tema, pues, para los colombianos, la principal fuente de información sobre la crisis climática no son las escuelas, ni los programas educativos. La gran mayoría de la población se entera del cambio climático principalmente a través de los noticieros (el 91 % a través de la televisión, el 5 % por medio de Internet y el 2 % por la radio).
Estas cifras nos revelan un punto de partida, pero también un desafío. Es una ganancia que los colombianos estemos de acuerdo con que el fenómeno está sucediendo, ya que, así parezca obvio, hay potencias mundiales, como Estados Unidos, donde la negación del cambio climático se ha convertido en un grave problema de desinformación. Pero más allá de esto, hay dos datos que los periodistas deberíamos tener muy en cuenta: el 87,5 % de los colombianos considera que si las consecuencias del cambio climático se intensificaran en los próximos cinco años, su municipio-ciudad no estaría preparado para enfrentarlos, y el 80 % de los encuestados no saben o conocen qué son los gases efecto invernadero (en las zonas rurales, este porcentaje asciende al 87,6 %).
Con un país que consume principalmente información sobre la crisis climática a través de la televisión y que se reconoce poco informada, se requieren reporteros capaces de hablar de manera directa sobre lo complejo del fenómeno y sus relaciones con los conflictos y dinámicas sociales que presenta cada región y territorio. En esa medida, se hace urgente mejorar la producción de noticias sobre el tema y sobre todo las que se emiten a través de la televisión.
Suena como una proeza inimaginable que en Colombia sea posible ubicar al cambio climático como un eje transversal de la agenda informativa, sobre todo porque nuestra parrilla de noticias ha estado históricamente dominada por tramas políticas, elecciones, conflicto armado, narcotráfico y corrupción. Sin embargo, ninguno de estos temas está desligado de la crisis climática y el país está siendo testigo de una conversación socioambiental que poco a poco se va haciendo un lugar.
En 2018, una acción de tutela presentada por 25 niñas, niños y adolescentes logró que a la Amazonía se le entregaran derechos. A raíz de la demanda, que se convirtió en un referente internacional, el Gobierno se vio obligado a presentar un plan para reducir a cero las tasas de deforestación en la selva y cumplir con los compromisos que adquirió durante las negociaciones del Acuerdo de París.
Somos actores activos dentro de la agenda de las Cumbres Internacionales de cambio climático (COP). Venimos escuchando a indígenas, comunidades afro y campesinos que advierten sobre los cambios en la disponibilidad de peces y cultivos de pancoger. Contamos, también, con grupos e institutos de investigación públicos como el IDEAM y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) que, junto al Ministerio de Ambiente, han descrito bastante bien los catastróficos escenarios que se avecinan si no actuamos. Pero eso no es todo: Colombia es sede de importantes organizaciones locales e internacionales sin ánimo de lucro, entre ellas WWF Colombia, The Nature Conservancy, Amazon Conservation Team, Omacha, Gaia Amazonas y Transforma, que abogan por crear conciencia y por nutrir de argumentos científicos y académicos el debate ambiental nacional y actuar frente a la emergencia climática.
De acuerdo con la primera encuesta de percepción sobre cambio climático, publicada por el IDEAM en 2016, el 98 % de los colombianos considera que el fenómeno es real, el 57 % percibe que la temperatura está aumentando y el 75 % reconoce que está poco o nada informado respecto al tema.
No obstante, somos también el país en el que la clase dirigente continúa proyectando la extracción de carbón y petróleo como la gran base para soportar la economía. “Para Colombia, un país exportador de hidrocarburos, la necesidad de redefinir la trayectoria económica es urgente (…) incluir el fracking en el Plan Nacional de Desarrollo, o planificar la expansión del carbón y del petróleo, es una posición miope e irresponsable respecto del futuro de los colombianos. (…) Es responsabilidad del Estado proteger a sus ciudadanos, y para ello, como mínimo, debe adoptar una meta consistente con la reducción de emisiones a la mitad a 2030”, escribieron en 2019, en el periódico El Tiempo, los expertos Alex Rafalowicz e Isabel Cavelier, directora de la ONG Transforma y negociadora de Colombia durante la firma del Acuerdo de París.
A grandes rasgos, ese es el estado actual de nuestra conversación social frente al cambio climático. Partiendo de esta conversación, un grupo de periodistas colombianos1, que hemos cubierto durante años la emergencia climática, nos reunimos para sugerir una hoja de ruta que se presenta a continuación. Aunque no es un mapa perfecto, creemos que, siguiendo estas sugerencias, los periodistas podemos lograr que las historias relacionadas con la crisis climática se ubiquen entre los principales titulares de los medios, algo necesario para poder frenar el avance de lo que puede terminar siendo una tragedia de proporciones nunca vistas.
Este no es un tema exclusivo de los periodistas ambientales. Para lograr las transformaciones necesarias, el enfoque del cambio climático deberá insertarse en cada una de las libretas de los reporteros del país y del mundo. Esperamos que esta hoja de ruta contribuya de algún modo a eso.
1Agradezco a Helena Calle, Sergio Silva y Pablo Correa, reporteros de El Espectador; a Antonio Paz de Mongabay Latam; a Natalia Borrero, quien fue directora editorial de Semana Sostenible; a Tatiana Pardo, periodista independiente; y a Viviana Londoño, coordinadora de Opinión Pública e Incidencia de WWF Colombia, por la construcción colectiva de las siguientes sugerencias.
15 caminos para hacer del cambio climático el titular más importante:
1. Usa las palabras adecuadas.
¿Cómo te refieres a esta emergencia? The Guardian, The New York Times y otros medios del mundo han impulsado un uso más consciente del lenguaje. Nuestro fuerte como comunicadores se encuentra en la forma como hilamos nuestras historias a través de las palabras. The Guardian decidió sustituir cambio climático por “emergencia climática” o “crisis climática”, al considerarlos términos más precisos. A los políticos escépticos decidió llamarlos “negacionistas” y a la biodiversidad ahora prefiere llamarla “vida silvestre”, porque asegura que genera más conexión con los lectores. ¿Hay alguno de estos cambios que crees que podrías implementar en tu medio de comunicación?
2. El cambio climático enferma (y hay que decirlo).
Cada evento climático que se agrava como resultado de esta crisis trae consecuencias directas en la salud de la gente. En Medellín, 4500 personas mueren cada año por Enfermedades Respiratorias Agudas (ERA), y entre 2011 y 2016, la cifra total de fallecimientos por estas causas superó los 22 900. La contaminación generada por automóviles, buses y camiones acelera los efectos del cambio climático y causa muertes. Los periodistas debemos hacer explícita esta relación.
3. La crisis climática tiene que ver con la pobreza. Relaciónalo.
Informar sobre la crisis climática es informar sobre un tema multidimensional y complejo que requiere reporteros dispuestos a plasmar en sus contenidos realidades que no pueden simplificarse. La deforestación en el Amazonas es un tema que no debe cubrirse publicando meramente las cifras de las tasas que el IDEAM entrega regularmente. Este es un asunto que requiere más que un lente satelital.
Los periodistas deben comprender cuáles son los conflictos socioambientales que tienen lugar en el territorio sobre el que se informan y sumar esta perspectiva a sus piezas noticiosas (ver capítulo: Conflictos socioambientales). Detrás de la cifra de deforestación puede esconderse el conflicto armado, el hambre, el abandono estatal, vacíos jurídicos y criminalidad. Todas esas historias tienen rostros. Por eso es necesario incluir enfoques diferenciales. La historia de la crisis climática contiene la historia de la desigualdad y aquí es clave relacionar la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con el cambio climático.
4. Crea vínculos entre la Colombia rural y la urbana.
Los colombianos necesitan entender que los ecosistemas del país están entrelazados y son codependientes. Al mismo tiempo, cada región es diferente y se comporta de manera única. Esto supone un reto para los periodistas, pues significa que deben tener una mirada local sobre los ecosistemas que habitan y cubren, pero también deben aplicar una perspectiva amplia que les permita describir las interconexiones.
En parte por esto, necesitamos crear y fortalecer redes de colaboración entre reporteros del campo y la ciudad. Colombia, y su riqueza ecosistémica, es un laboratorio que nos permitirá ver el problema del cambio climático desde muchísimas perspectivas. En el campo hay proyectos de adaptación y soluciones que merecen ser conocidas por el resto del país (ver capítulo: Narrativa para la acción). La conformación de una red de periodistas podría mejorar la calidad de la información que se genera en ambos lugares, incentivando el intercambio de fuentes de información, sirviendo de puente entre los colegas y las historias. El cubrimiento de cambio climático debe ir más allá de las élites periodísticas de Bogotá. Esa descentralización informativa es urgente.
5. Este no es un asunto exclusivo de periodistas ambientales. Debemos transversalizar el cubrimiento.
Se necesitan jefes de redacción y editores dispuestos a promover que reporteros de todas las áreas incluyan el cubrimiento del cambio climático en sus agendas económicas, políticas, judiciales, tecnológicas, culturales, deportivas o de salud. El cubrimiento de la pandemia provocada por el coronavirus nos dejó esta lección: es hora de motivar sinergias entre los reporteros, pues estas alianzas permitirán cubrimientos más completos.
6. Sí, hay que hablarles a los niños y a los jóvenes.
Greta Thunberg nos enseñó que, cuando se trata de abordar una crisis ambiental, la sociedad y, por ende, los periodistas, estamos obligados a escuchar lo que tienen para decir los adolescentes, las generaciones del futuro.
En Colombia existen interesantes iniciativas (no solo juveniles) que se movilizan por este tema; líderes y comunidades que están dispuestos a exponer sus soluciones y estrategias, pero que muchas veces no logran ser tenidos en cuenta por los medios. Producir contenidos dirigidos a los más jóvenes debería ser una prioridad. Somos un país joven y muchos de esos lectores, radioescuchas o televidentes se ven como sujetos activos en este debate ambiental. Además, recordemos que hablarle a esta generación equivale a dirigirse a la futura comunidad que sostendrá nuestros medios.
Tan urgente y transversal
como cubrir una pandemia
La crisis desatada por el COVID-19 nos demostró que el impacto del virus en las distintas esferas de la vida no puede ser contado solo por las secciones de salud de los medios de comunicación. La pandemia hirió la economía global, saturó sus sistemas de salud, encerró a millones de personas en sus casas, evidenció la creciente desigualdad social alrededor de todo el planeta, redujo –temporalmente– la carga de polución que se libera a la atmósfera, canceló eventos deportivos y culturales, detuvo el tráfico aéreo, desaceleró el mundo y también demostró que los gobiernos pueden tomar medidas drásticas cuando se necesita enfrentar una problemática global.
Todas estas historias tuvieron que ser asumidas por reporteros de distintas especialidades y esto no fue necesario debatirlo una y mil veces en los consejos de redacción. La expansión del COVID-19 se presentó como una emergencia global que debía ser descrita de manera transversal, de la misma manera como se podría cubrir la emergencia climática.
“El coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático ha estado allí por muchos años y se mantendrá por muchas décadas”, afirmó el secretario de la ONU, António Guterres, en marzo de 2020. “El virus tendrá un impacto económico a corto plazo, pero las pérdidas serán masivas si pensamos en el calentamiento global”, continuó Guterres, refiriéndose a las pérdidas de vidas humanas ligadas a las amenazantes olas de calor, inundaciones y tormentas extremas. “Es importante que toda la atención que debe prestarse para combatir esta enfermedad no nos distraiga de la necesidad de derrotar el cambio climático”.
7. Sigue las pistas de los compromisos internacionales.
Se necesitan periodistas interesados en hacerles seguimiento a los acuerdos internacionales firmados por Colombia sobre el cambio climático y reporteros que verifiquen la coherencia de las decisiones políticas que tomen nuestros gobernantes. Como ya señalamos arriba, en 1994 Colombia se adhirió a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), en el 2000 acogió el Protocolo de Kioto y en 2015 se adhirió al Acuerdo de París. Cada uno de estos compromisos representa planes de acción a los que debemos prestar atención. Todos pueden ser consultados en el sitio web del Ministerio de Ambiente.
8. Interésate por la ciencia, comprende el clima.
Los científicos son nuestros aliados. Es clave acercarse a ellos con honestidad frente a lo que no sabemos y necesitamos que nos expliquen dos, tres o cuatro veces, si es necesario. De igual manera, es muy importante no informar sobre asuntos que no comprendemos.
Se necesitan periodistas a los que les guste estudiar y consultar, entre otras cosas, las fuentes de información científica gratuitas que están disponibles. Necesitamos reporteros recursivos que lean informes de investigaciones, papers y estudios que luego contrasten con los expertos. Herramientas como Google Translate pueden ser útiles para acceder a información que está en otros idiomas. Es importante que los periodistas les pierdan el miedo a los términos especializados y dediquen tiempo a entender los fenómenos.
Siempre es una buena idea averiguar cuál es el centro de investigaciones que tienes más cerca, teniendo en cuenta que no es suficiente comprometerse con una única fuente. Nuestros ecosistemas son complejos y siempre habrá alguien que entienda mejor cada problema que abordas. Debemos estudiar los ecosistemas que cubrimos, para no cometer deslices por desconocer algunos términos. Cuando no entendamos algo, podemos pedirles a los expertos que se imaginen explicándole el tema a un niño de 6 años. Ese ejercicio siempre funciona para volver a los especialistas mejores divulgadores.
9. Aprovecha el valor de las imágenes.
Cada vez que hablamos de asuntos ambientales tenemos la oportunidad de sumergirnos en distintos paisajes, ecosistemas diversos con los que interactúan humanos, plantas y animales. Una de las maneras más efectivas de llamar la atención frente a las historias de cambio climático es a través de las imágenes que nos acercan a las zonas donde ocurren las noticias y nos muestran los efectos de la crisis, los rostros de los protagonistas y las formas como las comunidades buscan soluciones. Las imágenes nos sirven para evidenciar transformaciones a lo largo del tiempo y nos conectan emocionalmente con las historias de quienes viven en esos contextos
10. Activa alianzas para denunciar a los culpables.
En Colombia es poca la investigación periodística que se enfoca en identificar a los culpables de la contaminación y de la liberación de emisiones que están desestabilizando el clima. Es común que mencionemos las actividades económicas relacionadas con las emisiones, pero difícilmente investigamos los nombres y las dinámicas de los negocios particulares. No solo las petroleras están reduciendo nuestra calidad de vida, también las industrias de plásticos, textiles, alimentos y bebidas que no manejan de manera adecuada sus desechos.
Un buen punto de partida para lograr mejores cubrimientos de este tipo es generar alianzas entre los periodistas ambientales, judiciales y económicos. Esta sinergia podría resultar en investigaciones sobre corrupción o sobre los proyectos de inversión de empresas que estén en contravía con la adaptación al cambio climático. En el caso de los periodistas regionales, que siempre están en mayor riesgo, valdría la pena conformar alianzas informativas con medios nacionales que permitieran crear círculos de protección frente a quienes realizan reportería en campo. Debemos unirnos para denunciar.
11. Incluye las voces de los conocedores de la naturaleza.
Campesinos, comunidades afrodescendientes, indígenas y autoridades tradicionales a menudo cuentan con conocimientos únicos de los efectos y soluciones aplicables a esta catástrofe ambiental. Junto a las voces de científicos y otras fuentes de información, su conocimiento y testimonios enriquecen los artículos periodísticos. Como lo ha dicho el IPCC, “los sistemas y prácticas relacionados con los conocimientos indígenas, locales y tradicionales, en particular la visión holística que tienen los pueblos frente a la comunidad y el medioambiente, son un recurso fundamental para la adaptación al cambio climático”
12. Habla de las soluciones.
Contamos con suficientes diagnósticos acerca de esta crisis climática. La siguiente pregunta es: ¿qué podemos hacer? Es tiempo de contar historias que nos muestren un camino para ubicar a quienes están actuando para disminuir los impactos de las actividades humanas sobre el planeta. Existen muchas organizaciones civiles, comunidades e instituciones, que en el campo y la ciudad están poniendo en práctica posibles soluciones que podrían ser replicables. Así que es importante que ese mensaje se difunda. El periodismo ambiental es clave para hacerle entender a las audiencias que la acumulación de pequeños actos de conciencia producirá resultados positivos importantes (ver capítulo: Narrativa para la acción).
13. Defiende tu agenda.
Es muy común que las agendas informativas las impongan agentes externos a los periodistas. Recibimos un informe, lo publicamos. Nos envían la más reciente investigación de un grupo de científicos, la cubrimos. Debemos preguntarnos qué tan adecuado es que organizaciones, fundaciones o entidades del Estado decidan constantemente cuál será la noticia. Hay que recuperar nuestra propia agenda. Es cierto que los desastres naturales y el riesgo de algunas especies emblemáticas se han convertido en el principal símbolo del cambio climático, pero hay un enorme abanico de temas y enfoques que no se están cubriendo y que pueden dar pistas clave sobre este desafío. He aquí algunos de ellos:
- La relación entre el cambio climático y la vida cotidiana de las personas.
- Las dinámicas de las industrias y sectores de carbón, gas y petróleo, principales generadores de gases de efecto invernadero.
- Las soluciones naturales frente al cambio climático como los bosques bien conservados.
- Las dinámicas de la deforestación y otros cambios del uso del suelo, otro de los principales emisores de gases de efecto invernadero.
- Las políticas gubernamentales relacionadas con cambio climático y la generación de emisiones, así como las soluciones propuestas para prevención y adaptación.
- Los esfuerzos para hacer cumplir las regulaciones y el monitoreo de su cumplimiento.
- Los impactos del cambio climático más allá de los desastres naturales.
- Lo que está pasando en el resto del mundo.
14. Busca referentes periodísticos colombianos que estén haciendo un buen cubrimiento.
Así como lo proponen los periodistas de Climate Change Now, vale la pena revisar qué cubrimientos periodísticos son atractivos y cómo puedo emularlos. En Colombia el trabajo de los periodistas ambientales de El Espectador, El Tiempo y Semana Sostenible se ha convertido en un ejemplo debido a su exploración de enfoques, utilización de infografías, reportajes fotográficos y aplicación de análisis complejos de las problemáticas.
En la sala de redacción de El Espectador hay por lo menos cuatro periodistas dedicados al cubrimiento de asuntos ambientales. En 2015, este grupo de periodistas fundó el blog El Río y, a partir de 2016, se aliaron con el portal informativo brasileño Infoamazonía para desarrollar juntos la versión colombiana. Por su parte, Semana Sostenible y el portal de noticias Mongabay han sido claves para mantener actualizada la agenda de noticias ambientales del país. Y en los últimos años El Tiempo dio un giro evidente en la forma como venía abordando su agenda ambiental. Recientemente, ha realizado especiales sobre cambio climático que han sido merecedores de premios periodísticos. Otros posibles referentes son La Silla Vacía, que tiene La Silla Verde, un espacio exclusivo para el cubrimiento de asuntos ambientales.
15. Cubrir un asunto de supervivencia humana es sin duda una postura política. Motiva el cambio.
Ninguna transformación se realiza sin que alguien la detone. Las salas de redacción colombianas tienen que comprender que cubrir el cambio climático es un asunto de supervivencia. En la industria periodística los cambios suelen tomar tiempo, pero invitar a que los editores, los directores y los propietarios de los medios de comunicación se concienticen frente a este tema es una tarea que podrían asumir los periodistas que ya han despertado esa conciencia. La publicación de historias de calidad, la recopilación de datos novedosos, la utilización de infografías, la vinculación del cambio climático con asuntos políticos y económicos y la invitación a conversar sobre la crisis climática en espacios de planeación editorial pueden ayudar a preparar el terreno para que el medio interiorice este tema y lo convierta en un valor propio.
Hacer del cubrimiento de la crisis climática un eje importante para los medios nos permitirá, ante todo, alinearnos a favor de la preservación de la vida. Los periodistas ambientales tendrán que asumir la tarea de motivar cambios de mentalidad frente a la crisis climática en sus redacciones. Y ojalá estos cambios tomen menos tiempo de lo previsto, pues ya sabemos que el reloj no corre a nuestro favor.
Referencias
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Entrevista
Viviana Londoño, Coordinadora de Opinión Pública e Incidencia de WWF Colombia, explica la importancia de mejorar el cubrimiento de los espacios de negociación internacional y entrega un mapa a los reporteros regionales para que accedan a información de calidad sobre estas conferencias.
Foto: Viviana Londoño / WWF Colombia.
¿Se puede cubrir una cumbre mundial del clima desde el Guaviare?
Viviana Londoño fue una de las piezas claves del equipo de periodistas de El Espectador que, hace diez años, se fijó la meta de llevar historias a la primera página del periódico. Entre 2011 y 2014 escribió sobre los conflictos socioambientales que en ese momento se avivaron en el país e informó sobre los impactos de la minería en ecosistemas y sociedades vulnerables. En 2015, Londoño se unió a WWF Colombia. Actualmente es la Coordinadora de Opinión Pública e Incidencia de esta organización. Desde ese cargo, formula estrategias de comunicación para generar conocimiento y conciencia alrededor del cambio climático en Colombia y cubre eventos globales como las Conferencias de las Partes (COP).
¿Por qué las Conferencias de las Partes (COP) deberían interesarnos a los periodistas colombianos?
Las cumbres climáticas son escenarios en los que se juega el futuro del planeta frente a la emergencia climática y esto debería ser suficiente para que fuera un asunto de interés general. Para entender un poco más sobre estos espacios es necesario devolverse a la Cumbre de Río de 1992, donde se firmó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en el mundo. La Conferencia de las Partes (COP) es la reunión anual que hacen los representantes de los países que han ratificado la Convención. En ellas se abre un espacio para que las naciones se pongan de acuerdo sobre cómo disminuir sus emisiones y aumentar su ambición para avanzar en la lucha contra el cambio climático.
¿Por qué es importante conocer el Acuerdo de París y lo que ha pasado después de él?
A través del Acuerdo de París, que se firmó durante la COP 21 de 2015, los países se comprometieron a reducir sus emisiones para evitar el aumento de la temperatura del planeta. Sin embargo, estamos lejos de su cumplimiento. Luego vino la COP 25 de 2019, que se realizó en España y parecía ser una buena oportunidad para elevar la ambición climática y reforzar el camino trazado con el Acuerdo de París. Pero su resultado fue desalentador. A pesar de la necesidad de una acción climática urgente, Estados Unidos, China, India, Japón, Brasil y Arabia Saudí se negaron a intensificar sus esfuerzos para reducir sus emisiones y mantener la temperatura global por debajo de 1,5 °C.
Frente a las COP, a veces queda la sensación de que son muchos días de discusiones pero al final no pasa nada. ¿Cómo podrían los periodistas aprovechar mejor estos encuentros?
Es cierto que en algunas cumbres hay más avances que en otras, pero en cada encuentro hay movimientos significativos. Aunque en la COP25 de 2019 las negociaciones terminaron con varios países eludiendo su responsabilidad y con pocos avances en los compromisos nacionales, no podemos olvidar que hubo avances en las agendas de género y en océanos. Aunque no siempre se obtengan los resultados que se esperan, estos espacios siguen siendo el encuentro más importante en torno a cambio climático en el mundo. Las COP reúnen no solo a los representantes de los países, sino también a cientos de organizaciones que están trabajando intensamente por promover soluciones frente a la crisis climática, hay decenas de eventos alternos para entender los desafíos que se aproximan. Las conferencias están repletas de historias, estudios, lanzamientos, investigaciones y manifiestos. Un espacio así es una gran oportunidad para hacer un cubrimiento mucho más integral y juicioso del tema.
¿Como podría cubrir una cumbre un periodista del Tolima, el Amazonas o Arauca?
No es fácil cubrir una cumbre a distancia y las diferencias horarias son todo un desafío, pero la mayoría de eventos tienen transmisión en vivo en plataformas gratuitas de fácil acceso. Así que los reporteros pueden participar de manera virtual si cuentan con una conexión a Internet. Por otro lado, hay múltiples organizaciones como WWF o las organizaciones indígenas que participan activamente en las cumbres con representantes que están dispuestos a entregar información tanto antes como durante la cumbre. Los reporteros podrían rastrear previamente estas organizaciones y establecer vínculos y alianzas de trabajo. Por último, cada año se realizan talleres gratuitos de formación de periodistas en el cubrimiento de estos eventos, así que es clave tener en el radar a organizaciones que trabajan en el tema como The Climate Reality Project, Low Carbon City, Transforma y WWF.
¿Qué rescata del cubrimiento periodístico colombiano de las cumbres?
Aunque la mayoría de los medios colombianos se han dedicado a cubrir principalmente los anuncios y resultados generales, y han comunicado las COP a través de la información de agencias de prensa, es destacable el esfuerzo que han hecho algunos medios por profundizar en las discusiones y en los impactos que representan. Además, comenzamos a escuchar nuevas voces de líderes y expertos que hacen más digerible el complejo entramado de estos encuentros. También es importante destacar el esfuerzo de varias organizaciones para generar sus propias comunicaciones y utilizar formatos alternativos e interacciones con las audiencias a través de redes sociales.
Por más de dos años elaboró estrategias de comunicación enfocadas en la protección del Amazonas. ¿Cómo se puede mejorar el cubrimiento del cambio climático en los países de la cuenca amazónica?
Los países que comparten la cuenca amazónica, así como todos los que tienen bosques en el mundo, comparten también una de las principales soluciones naturales contra el cambio climático. ¿Por qué no se está contando esta historia en los medios regionales? La Amazonía tiene una de las reservas de carbono más grandes del planeta que, debido a la deforestación, podría liberarse en millones de toneladas de gases de efecto invernadero, haciendo que el cambio climático sea mucho peor. Por otro lado, las áreas protegidas amazónicas son clave en la adaptación de las comunidades y la naturaleza al cambio climático porque ayudan a mitigar los impactos del clima cambiante, aseguran la provisión de servicios ecosistémicos y protegen la biodiversidad.
Si los periodistas entienden que la Amazonía es fundamental en la lucha contra este desafío global pueden construir una narrativa que permita reforzar un mensaje urgente y necesario: si perdemos la selva amazónica, perderemos la lucha contra el cambio climático. Es urgente informar acerca del papel que desempeña la selva tropical más grande del mundo en la prevención y mitigación del cambio climático, y también comunicar que urge mejorar los mecanismos para su protección.
¿Hace falta entender que el cambio climático también está ligado a la pobreza y a los problemas estructurales de América Latina?
Los impactos del cambio climático van mucho más allá del derretimiento de los polos y del impacto en los osos polares. América Latina es una de las regiones más vulnerables, así que hace falta entender que la temperatura del planeta está subiendo y que si no se logra cambiar este patrón, las consecuencias serán extremas y en muchos casos irreversibles. Y esto incluye, además de la pérdida de hábitats y especies, afectaciones en las condiciones de vida de millones de personas y mayores impactos para las poblaciones más pobres.
Hoy se habla poco en los medios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), definidos como una apuesta global para reducir la pobreza y promover el bienestar en el mundo. Es hora de que los periodistas comiencen a conectar estos objetivos con el cambio climático, pues para alcanzarlos es necesario que los países cumplan con el Acuerdo de París.
Periodistas de The Guardian (Reino Unido), The New York Times y The Nation (EE. UU.) dicen que se necesita transformar radicalmente la forma en que se cubre el cambio climático, pues fallamos a la hora de transmitir el mensaje de urgencia detrás de esta crisis climática. ¿Cómo podría Colombia sumarse a ese cambio de mentalidad?
En este momento los medios del mundo comparten desafíos y amenazas similares, pero las dinámicas en nuestras salas de redacción distan mucho de las del Reino Unido y Estados Unidos. En Colombia el periodismo ambiental sigue siendo un sistema frágil, con pocos periodistas, sin infraestructura ni presupuesto. Bajo estas condiciones, la generación de un movimiento periodístico que ponga el cambio climático en la agenda prioritaria de Colombia parece improbable, en el corto plazo.
Sin embargo, enfrentamos un desafío que está poniendo en riesgo la vida tal como la conocemos y que requiere acciones inmediatas de los medios de comunicación. Y no es suficiente con tener a algunos periodistas comprometidos. Hay que redireccionar los esfuerzos hacia el cubrimiento de nuevos enfoques que permitan reflexiones colectivas frente al tema y que convoquen a todos los sectores: ambientales, políticos y económicos. Se necesitan redacciones robustas y con apoyo, que funcionen como una gran maquinaria que trabaja para poner sobre la mesa la gravedad de esta situación.