El valor de la biodiversidad: un asunto de supervivencia humana
Por: Antonio Paz
Durante sus últimos años de vida, Joshua Lederberg, ganador del Premio Nobel de Medicina, alertó en repetidas ocasiones sobre el riesgo que suponía para la humanidad la aparición de nuevas enfermedades infecciosas. Lederberg, quien murió en 2008, advirtió una y otra vez sobre lo que veía como un peligro inminente. “Algunas personas piensan que estoy siendo histérico, pero hay catástrofes por delante. Vivimos en una competencia evolutiva con microbios: bacterias y virus. No hay garantía de que seremos los sobrevivientes”, fue una de sus tantas recriminaciones.
En los años cincuenta, Lederberg probó que las bacterias podían tener “sexo”, en el sentido de que una célula dadora transmite su ADN a una célula receptora. Este descubrimiento fue uno de los grandes impulsores de la biología molecular, una rama que ha sido indispensable para descubrir y tratar enfermedades.
Hacía apenas un par de décadas, los científicos habían aislado y observado por medio de microscopios electrónicos unos microorganismos diferentes a las bacterias que también podían causar enfermedades. Estos pequeñísimos patógenos, a los que se denominó virus por la palabra en latín para veneno, también despertaron el interés de Lederberg. En 1988, el estadounidense escribió el artículo “La pandemia como un fenómeno evolutivo natural”1 en el que planteó que el progreso de la ciencia médica durante el siglo XX había oscurecido la continua vulnerabilidad de la especie humana a las infecciones a gran escala. “No reconocemos nuestra relación con los microbios como un proceso evolutivo continuo […] Tenemos una ventaja razonable sobre intrusos bacterianos; descuidamos enormemente los parásitos protozoarios que afectan principalmente al tercer mundo; somos peligrosamente ignorantes sobre cómo hacer frente a los virus”, dijo.
Algunos lectores se preguntarán por qué empezar un capítulo sobre el valor de la biodiversidad hablando de enfermedades infecciosas. En este momento, mientras escribo, el virus SARS-Cov-2, causante del COVID-19, tiene en riesgo a la población de todo el planeta. Y el origen de este virus está directamente conectado con la naturaleza. El COVID-19 es una enfermedad zoonótica; es decir, que pasó de un animal a un humano.
En 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA) encendió las alarmas sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas. Específicamente, señaló que el 75 %2 de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos tienen un origen animal y que dichas afecciones están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.
Lo anterior ha hecho que volvamos a poner nuestros ojos en la biodiversidad. Los expertos llevan años llamando la atención sobre la vulnerabilidad de los ecosistemas ante las actividades humanas. Estas han alterado la mayoría de entornos, destruido el hogar de miles de especies y puesto en peligro de extinción a muchas de ellas.
Hoy más que nunca es importante conocer el valor de la biodiversidad. Al tiempo que aumenta la atención por su relación con la salud humana, también crece el reto de los periodistas por informar adecuadamente acerca del tema. Ojalá existieran fórmulas mágicas para saber cómo hacerlo. Algunas recomendaciones y sugerencias siempre serán útiles, pero todo intento se queda corto si, antes de hacerlo, los periodistas no estudiamos y comprendemos la información que queremos transmitirles a nuestras audiencias. Por más evidente que parezca, vale la pena repetirlo: no podemos hacer un buen trabajo si no conocemos realmente aquello sobre lo que vamos a informar.
No hay que ir muy lejos para darnos cuenta de esto. Entre toda la información que la ciencia ha generado sobre COVID-19, hoy sabemos que el virus que ha provocado una pandemia mundial es muy similar al que está presente en una especie de murciélago en China3. ¿Y cuál fue la primera reacción luego de este descubrimiento? Asumir que los murciélagos eran los culpables de la “gran tragedia”.
Esta hipótesis se difundió rápidamente, en especial en redes sociales. Allí, la información se propagó más rápido que el mismo virus. Algunos medios de comunicación también contribuyeron a la desinformación o, si bien no lo hicieron, la respuesta en defensa de estos animales fue, desafortunadamente, más tardía y menos viral que el primer mensaje. En el norte de Perú, para poner solo un ejemplo, los pobladores de Culden, Cajamarca, descubrieron una colonia de estos mamíferos voladores cerca de su localidad y decidieron atacarla4 con antorchas, pues habían oído que el virus era transmitido por estos animales.
Muchas personas han escuchado de la similitud entre el patógeno presente en el murciélago y el que se está propagando en el humano, pero aún no hay evidencia de que el murciélago lo haya transmitido o si este salto de huésped se dio a través de otro animal. Hasta el momento se cree que otra especie –probablemente el pangolín, un mamífero que habita en Asia y uno de los animales más traficados del mundo– habría sido un hogar de paso intermedio. Esta segunda hipótesis es la más fuerte. Los científicos han tenido que aclarar que, incluso si el murciélago fue el transmisor, el animal no ha buscado al humano, sino que la deforestación, la destrucción del hábitat y el comercio ilegal de animales serían los posibles causantes de la transmisión de esta enfermedad zoonótica. Mejor dicho, el humano se ha acercado al murciélago –o al pangolín, en su defecto– y no al revés.
Cientos de biólogos han salido a hacer pedagogía, recordando que estos mamíferos alados son vitales para la polinización, la dispersión de semillas y el control de plagas; es decir, que en últimas los murciélagos no solo benefician a los bosques, sino a cientos de sistemas de producción agrícolas. Plantas como el agave, con el que se produce el mezcal y el tequila, es polinizada únicamente por murciélagos. Además, muchas especies controlan poblaciones de mosquitos que infectan al humano con enfermedades como el dengue, el zika, el chikunguña o la malaria, solo por nombrar unas cuantas.
Los biólogos también han tenido que derribar mitos como el famoso “los murciélagos chupan sangre” y recordar que de las más de 1400 especies conocidas. Solo tres se alimentan de ella5. La mayoría come frutos e insectos, por lo que es muy poco probable que uno de estos animales muerda a una persona.
A pesar de los esfuerzos de los divulgadores, hace poco un conocido diario latinoamericano publicó una caricatura en la que seis murciélagos colgaban de un árbol y uno de ellos decía: “Nos despiertan cuando podamos salir a sembrar el caos”. Si bien prohibir la publicación de esta pieza gráfica podría generar un debate acerca de la censura y la libertad de expresión, la lección que queda es que tanto medios de comunicación como periodistas tenemos la obligación de conocer y entender el tema antes de pregonar información errada, más cuando somos los primeros en llamar la atención sobre las famosas noticias falsas o “fake news”. Este es un asunto de responsabilidad periodística.
¿A cuántas personas pudo llegar esta caricatura? Un mensaje como este puede causar masacres de estos animales, como la que ya sucedió en el norte de Perú. ¿Cuántas personas seguirán pensando que el murciélago es el culpable de nuestra tragedia? Y no solo eso: ¿cuántos seguirán pensando que este animal, poco carismático por su apariencia, es nuestra “mayor amenaza futura”?
Todo este preámbulo sobre los murciélagos y el COVID-19 me parece pertinente no solo para mostrar el valor de la biodiversidad, sino para resaltar el valor de informar sobre ella. La biodiversidad sigue siendo un término cada vez más popular, pero, al parecer, uno aún lejano y desconocido.
1Lederberg, J. (s. f.) Pandemic as a Natural Evolutionary Phenomenon. (Archivo PDF).
https://collections.nlm.nih.gov/ext/document/101584906X1018/PDF/101584906X1018.pdf
2UN Environment (03 de abril de 2020). Coronavirus: ¿llegó para quedarse? https://www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/coronavirus-llego-para-quedarse
3Benhur Lee Lab. (30 de marzo de 2020). Los orígenes del SARS-Cov-2: Primera parte. https://leelabvirus.host/covid19-spanish/origenes-primera-parte
4Gómez Durán, T. (31 de marzo de 2020). En defensa de los murciélagos: resistentes a los virus, pero no a los humanos. Mongabay Latam. https://es.mongabay.com/2020/03/coronavirus-murcielagos-humanos-virus-covid-19/
5Barros, J. (17 de diciembre de 2019). ¿Sabe en qué se diferencian los murciélagos de los vampiros? Semana Sostenible. https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/los-chupasangre-murcielagos-vampiros-que-revolotean-por-todo-colombia/48110
Somos parte de la biodiversidad
En mayo de 2019, la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) presentó su último informe mundial sobre el estado de la biodiversidad. Sus autores hicieron un llamado a actuar para evitar una catástrofe ambiental. Un año después, la fotografía de la situación es igual de preocupante.
El problema es de tal magnitud que un millón de especies de animales y plantas están en peligro de desaparecer en las próximas décadas. Tres cuartas partes del medioambiente terrestre se encuentran deterioradas y aproximadamente el 66 % de los océanos han sido alterados de manera significativa.
El estudio de IPBES identifica cinco de los motores directos de esta destrucción acelerada del planeta: (i) cambios en el uso de la tierra y del mar, (ii) explotación directa de organismos, (iii) cambio climático, (iv) contaminación y (v) proliferación de especies exóticas invasoras. Sin embargo, detrás de estos motores subsisten causas indirectas como el crecimiento demográfico, el desarrollo económico y tecnológico, los conflictos y las epidemias, entre otros6.
El panorama es desolador, pero eso no quiere decir que no existan soluciones (ver capítulo: Narrativa para la acción) y que la única salida sea ignorar la situación. Debemos informar sobre lo que está sucediendo. Y lo primero es comprender aquello sobre lo que hablamos.
6Sierra Praeli, Y. (7 de mayo de 2019). Informe IPBES: un millón de especies en peligro de extinción y bosques tropicales bajo ataque. Mongabay Latam. https://es.mongabay.com/2019/05/informe-cientifico-extincion-bosques-tropicales/
¿Qué es en realidad la biodiversidad y por qué debería importarnos?
“La biodiversidad son todas las formas de los seres vivientes, desde el microorganismo más pequeño hasta el organismo más grande. La biodiversidad contempla todo, nosotros formamos parte de ella y debemos aprender a convivir en ella”, asegura el biólogo y ecólogo Jorge Parra, coordinador de Áreas Protegidas de la Wildlife Conservation Society (WCS) Colombia.
Para Ana María Hernández, presidenta de IPBES, la biodiversidad nos da a los seres humanos unos beneficios y una serie de contribuciones sin las cuales no podríamos existir en el planeta. Aunque parezca extraño, los virus y las bacterias, que conviven con nosotros todo el tiempo, también forman parte de la biodiversidad. Hoy más que nunca debemos enfocarnos en “aprender qué efecto estamos teniendo nosotros sobre ella y qué puede llevar a que se desequilibre”, dice Parra.
Quizás uno de los retos más grandes a los que se enfrenta un periodista que quiere comunicar sobre medioambiente es lograr que la gente vea la relación que existe entre su forma de vida y las alteraciones a la biodiversidad.
Lo que sucede con el COVID-19 es uno de los ejemplos más cercanos, palpables y fáciles de entender, dado que el impacto es masivo y la relación biodiversidad-salud humana se evidencia fácilmente. Pero ni es el único ni es suficiente. El desafío de los periodistas no es solo mencionar la importancia de la biodiversidad –a pesar de que debería ser suficiente por sí misma–; también debemos mostrar cómo lo que ocurre con ella se relaciona con las realidades que vive la gente de la ciudad, el campo o, en general, las audiencias a las cuales nos dirigimos.
Para Ana María Hernández, presidenta de IPBES, la biodiversidad nos da a los seres humanos unos beneficios y una serie de contribuciones sin las cuales no podríamos existir en el planeta. Aunque parezca extraño, los virus y las bacterias, que conviven con nosotros todo el tiempo, también forman parte de la biodiversidad.
Jorge Parra menciona que cada vez que se pierde un organismo se pierde una función en la cadena de la vida. Tarde o temprano esto puede afectarnos, así no sea evidente en el corto plazo. “Por ejemplo, si un mico llega a desaparecer de su hábitat, posiblemente era el que estaba dispersando las semillas de un árbol ‘X’, y si desaparece ese árbol, van a desaparecer otras especies, y si desaparecen esas otras especies se puede acabar con el bosque: es una cascada de efectos, cada organismo tiene un papel muy importante y fundamental en los ecosistemas y esa pérdida de biodiversidad puede llevarnos a catástrofes que no nos imaginamos”, afirma.
Para él, temas como la aparición de nuevos patógenos o el calentamiento global deberían contarse en todas las regiones del país. Los periodistas deberían ser capaces de mostrar cómo se está perdiendo la biodiversidad, qué está causando esa pérdida y qué se ve afectado por esa pérdida, pues los impactos sobre la biodiversidad pueden tener consecuencias de la gravedad del COVID-19.
En 2018, en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) titulado Trophic redundancy reduces vulnerability to extinction cascades7, los autores realizaron un experimento donde utilizaron comunidades de plantas e insectos para probar cómo la desaparición de una especie afectaba a las demás. Eliminaron una especie de avispa y descubrieron que esto conducía a extinciones secundarias de otras especies, indirectamente vinculadas. Lo que ocurrió se conoce como extinción en cascada.
El caso de los lobos es ilustrativo. Su extinción en una montaña puede causar un gran aumento en el número de venados, lo que, a su vez, aumenta el consumo de plantas. Esta reducción en la vegetación puede causar la extinción de otras especies que también dependen de las plantas, como los conejos y los insectos, pero que no están en capacidad de competir con los venados8.
José Fernando González-Maya, biólogo y director de la organización Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCAT), insiste en la importancia que tiene el hecho de vivir en un planeta donde todo está interconectado. “En la medida en que los ecosistemas y las especies estén en buen estado, esto se verá reflejado en nosotros, en nuestra calidad de vida y nuestra supervivencia”, asegura. Un punto crucial es garantizar la capacidad que tienen los ecosistemas de reponerse para prestar los bienes y servicios de los que dependemos los humanos, pues así aseguraremos nuestra supervivencia a largo plazo. De acuerdo con González-Maya, es necesario entender esa conexión, que no se trata de un asunto de ambientalistas, animalistas o científicos, sino de una responsabilidad global pues todos dependemos de esa biodiversidad.
Mauricio ‘Pato’ Salcedo ha trabajado en periodismo ambiental en diferentes medios de comunicación en Colombia y también ha estado vinculado con organizaciones como el Instituto Humboldt y WCS. Para él es importante que todos conozcamos el valor de la biodiversidad porque dependemos de ella. Ese valor se puede explicar desde un punto de vista pragmático y ético. Para Salcedo, en lo pragmático, nuestra vida depende de los recursos naturales. El ejemplo más sencillo es el agua: “Si pensamos en la pesca, que es un servicio de la naturaleza, ¿cuánta comida proveniente de los mares se come en el mundo?”, dice.
“En la medida en que los ecosistemas y las especies estén en buen estado, esto se verá reflejado en nosotros, en nuestra calidad de vida y nuestra supervivencia”
Desde el punto de vista ético, Salcedo menciona que los humanos no somos el único animal que habita la Tierra. “No somos los amos y señores: es un planeta que tiene infinidad de formas de vida y debemos convivir con ellas. Somos uno más dentro de este planeta, debemos respetar los espacios y entender que las otras formas de vida tienen tanto derecho a vivir como nosotros”, asegura.
Llegados a este punto, cabe preguntarnos: ¿los periodistas estamos comunicando bien estos mensajes? ¿Qué podemos hacer para transmitir la importancia de la biodiversidad no solo a nivel global, sino a nivel local y regional?
7Sanders, D., Thébault, E., Kehoe R. y Frank van Veen, F. J. (21 de febrero de 2018). Trophic redundancy reduces vulnerability to extinction cascades. PNAS. https://www.pnas.org/content/115/10/2419
8Universidad de Exeter. (19 de febrero de 2018). Biodiversity loss raises risk of ‘extinction cascades’. ScienceDaily. https://www.sciencedaily.com/releases/2018/02/180219155019.htm
Periodistas y biodiversidad: algunas barreras y retos
A pesar de que poco a poco el medioambiente se vuelve un tema más recurrente en los medios de comunicación y que la palabra biodiversidad se lee, se ve y se escucha cada vez más, tanto los expertos como los periodistas sienten que falta comunicar mejor sobre el tema.
Algunos colegas que han cubierto historias ambientales –ya sea tiempo completo o como una de las tantas fuentes de su trabajo diario– me compartieron parte de sus experiencias, éxitos y frustraciones como aporte a este capítulo. Quizás en lo primero en lo que coinciden es en que los temas ambientales y de biodiversidad son transversales. Se puede hablar de ellos en medio de noticias o reportajes económicos, políticos, culturales, de orden público, judiciales, etc. Pero, como ya hemos dicho, identificar, entender y transmitir esa relación no siempre es tan sencillo como quisiéramos.
Para Mauricio Salcedo, una de las cosas más difíciles a la hora de proyectar la importancia de la biodiversidad es que los científicos muchas veces tienen problemas para comunicar sus mensajes. Algunos de ellos no comprenden que no pueden comunicarse con un público general de la misma manera como lo hacen con sus colegas. Según Salcedo, cada vez surgen más comunicadores a los que les interesa divulgar los temas científicos, pero son pocos los científicos interesados en divulgar la ciencia. En ese sentido, a muchas fuentes les hace falta ponerse del lado del público al que se le va a transmitir el mensaje.
Un claro ejemplo de comunicación exitosa sería el documental Una verdad incómoda del exvicepresidente estadounidense Al Gore. Durante décadas el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático9 (IPCC por sus siglas en inglés) publicó gran cantidad de información sobre este tema, “pero el llamado a la sociedad que no pudo transmitir el IPCC durante años, lo transmitió Al Gore en un documental de dos horas que se ganó un Óscar”, dice Salcedo. Para él, el trabajo mancomunado entre comunicadores y científicos es una buena manera de tener un mayor impacto en la recepción de mensajes que son importantes no solo en el campo académico, sino para toda la sociedad.
Otro de los retos que Salcedo identifica está relacionado con el espacio que se da a la biodiversidad en los medios de comunicación. No es sencillo convencer a los editores de que “no se trata de un capricho de los ambientalistas y los científicos, sino que es tan importante como la bolsa de valores o como el orden público del país”.
Para Eduardo Rozo, periodista del diario La Opinión de Cúcuta, lo más difícil es el acceso a la información, ya que, en el caso de Cúcuta y Norte de Santander, muchos de los expertos que trabajan con biodiversidad todavía son reacios a comunicarse con los periodistas porque sienten que les van a cambiar el sentido de lo que dicen y tienen temor de compartir la información. “En cuanto a las fuentes oficiales, si usted no es amigo del jefe de prensa o conocido de los directores de organizaciones, se dificulta más el acceso a esos contenidos que deberían ser datos abiertos, sobre todo para los periodistas”, comenta.
El lenguaje científico también suele generar temor en los periodistas, sobre todo si no están dedicados 100 % a temas ambientales y de biodiversidad. Rozo cree que el periodista debe acercarse a los términos que utilizan los expertos, pero también considera que ellos deben aprender a usar un lenguaje que permita que cualquier persona entienda el mensaje. Y es que, según Rozo, muchas veces los expertos se limitan a hacer sus investigaciones, publicarlas y de esa manera cumplir con cierto esquema académico. El problema es que, bajo este esquema, estas investigaciones se quedan en un computador o una biblioteca. Si los investigadores dieran a conocer su trabajo, podrían recibir una retroalimentación que incluso puede generar nuevas investigaciones.
Una de las realidades a las que se enfrentan los periodistas colombianos es la gran dificultad que existe en algunas regiones para acceder a fuentes expertas y confiables. Vanesa Saldarriaga, una periodista que trabaja en el canal CTV Barranquilla, escribe para la revista ambiental Catorce6 y ha colaborado en medios como El Heraldo, Blu Radio y RCN Radio, se ha enfrentado a menudo con este problema. Para ella es muy común encontrarse con instituciones académicas donde un mismo experto es el que habla de todos los temas. En parte, esto puede deberse a los limitados recursos de las instituciones públicas, pues hay poca participación de las universidades privadas en la creación de programas de ciencias básicas.
De acuerdo con Saldarriaga, es común que el periodista tenga un tema “fantástico”, pero cuando va a campo no tiene a quién entrevistar o se encuentra con investigadores que duran más de dos años estudiando un tema, no dan detalles de los hallazgos hasta terminar la investigación “y muchas veces no la terminan por falta de recursos”. Por eso cree que es importante el apoyo a las universidades en las regiones. “Esperemos que con este Ministerio de Ciencias suceda algo. Me imagino que en Bogotá funcionan mejor los recursos, pero esa no es la historia en el resto de Colombia”, asegura.
Otro asunto que a veces dificulta la comunicación de la biodiversidad –y del que los periodistas hablan en voz baja– es el ego de los expertos. Algunos colegas aseguran que muchas de sus fuentes son muy abiertas a los periodistas, pero que a otras “si les haces la pregunta de forma incorrecta casi que ni te contestan, te dicen tres palabras como en forma de castigo. Deben entender que ellos llevan años investigando un tema específico”. También dicen que tratan de prepararse lo mejor posible para una entrevista, pero que algunas fuentes pretenden que el periodista tenga su mismo conocimiento “y eso es prácticamente imposible. Si cometes un error no necesariamente se debe a falta de preparación sino a que es imposible adquirir en unas horas el conocimiento que a otros les tomó años”. El problema de estas situaciones es que a muchos colegas les da temor entrevistar a estas personas y, finalmente, quedan historias importantes sin contar en muchas regiones de Colombia.
Otro de los momentos más incómodos para varios periodistas entrevistados para esta guía tiene que ver con el reiterado temor de los expertos a lo que pueda difundir el periodista. Esto lleva a que muchas fuentes pidan leer los textos antes de que sean publicados. Eduardo Rozo asegura que, cuando empezó a trabajar estos temas, era algo que le pasaba con mucha frecuencia. “Muchos te piden compartir el artículo antes de publicarlo, pero los medios también te piden no revelar la información. Es un asunto complejo y se siente la desconfianza de la fuente”, dice.
Hoy le sucede cada vez menos, pero sabe que sigue siendo el pan de cada día para muchos colegas. Desde su experiencia, lo que sugiere es dejarles claro a las fuentes que no se puede compartir el texto, pero hacerles saber que siempre se les llamará si surgen dudas durante la elaboración del producto periodístico. Otra opción es compartirles los fragmentos en los que serán citados para garantizar que no haya una imprecisión, pero nunca el texto completo. Rozo insiste en que las fuentes no se pueden convertir en nuestros editores.
9Creado en 1988 para hacer evaluaciones integrales, científicas, técnicas y socioeconómicas sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta. Desde su creación, el IPCC ha preparado cinco informes de evaluación de varios volúmenes y ahora se encuentra en su sexto ciclo de evaluación, el cual se presentará en 2022.
Una mirada crítica: es indispensable prepararse
Es claro que los periodistas que deciden adentrarse en el cubrimiento del medioambiente y la biodiversidad –o que deben hacerlo eventualmente– se enfrentan a barreras y obstáculos importantes. Pero también es cierto que hay grandes responsabilidades que no se pueden evadir. “El periodista debe leer sobre estos temas: eso es indispensable. Si no lee, ¿cómo aprende?”, dice Mauricio Salcedo.
Sin duda, hay cuestiones que son particularmente complejas, pero las fuentes expertas no siempre están equivocadas: muchas veces el periodista no tiene ni idea de lo que está hablando y eso se refleja en lo que se publica en medios impresos y digitales, o en lo que transmite en la radio y la televisión.
Es en ese momento donde se pierde la credibilidad y, como dice Mauricio Salcedo, “se genera un trabajo contrario a la divulgación”. Las justificaciones para esto cada vez son más limitadas, pues, aun si no existe la forma de capacitarse académicamente, se puede leer sobre el tema en sitios confiables como portales especializados o revistas científicas. “No se le pide al periodista que sea científico, pero sí que tenga cultura científica, que entienda de qué está hablando. Y que lean buenas fuentes. Con todo lo que se encuentra en internet no hay excusa”, concluye Salcedo.
Para Eduardo Rozo, hacer el cubrimiento de temas ambientales pasa por la sensibilidad del periodista hacia estos temas, pero también por una información básica. El periodista debe entender que el ambiente no es solo lo que nos rodea, sino un entorno donde hay interrelaciones culturales, sociales y naturales. De acuerdo con Rozo, en la medida en que los periodistas entiendan esas dinámicas se podrá generar un mejor contenido y cubrimiento de estos temas.
Vanesa Saldarriaga afirma que la forma en que se presenta la información también influye bastante. Para ella, una verdad que no cambia es que a la gente “se le vende mucho en el título”, pero también reconoce que, al cubrir temas de biodiversidad, se está hablando implícitamente de “supervivencia” y hay que encontrar la forma de que ese mensaje cale. Esto no es nada fácil. “Se trata de encontrar un estilo que impacte, que retumbe y que haga que la gente tome consciencia. Buscar un cambio en el hábito del lector es un gran reto”, dice. Por ejemplo, comenta Saldarriaga, algo tan simple como decirle a la gente de la costa Caribe que no se robe los huevos de iguana en Semana Santa debe ir más allá de repetir que está prohibido. El periodista debe ser capaz de exponer las relaciones y las consecuencias de esa conducta: si matas a la iguana para sacar los huevos, generas una falla en la cadena alimenticia y en el ecosistema que finalmente te puede afectar. Es importante mostrarle a la gente el impacto que tiene cada acción que hace, por pequeña que parezca.
A la hora de lograr que los temas de biodiversidad sean atractivos para las audiencias, Eduardo Rozo cree que la creatividad tiene un papel muy importante. El 10 % es la técnica y el 90 % la creatividad, dice. Cuando el periodista tiene creatividad para plantear los temas de una manera diferente, van a calar en la ciudadanía. “Hablo de nuevas narrativas, nuevas formas de dar a conocer los temas sin que sea solo lo noticioso”. Para Rozo, si nos quedamos en las rutinas de siempre, “ahogamos” al lector y parte del éxito de un producto periodístico enfocado en biodiversidad está en una buena promoción para tener un buen impacto. Según dice, es una combinación de planificar mejor los temas, nuevas narrativas para contar las historias y aprovechar las redes y el mercadeo para hacer la promoción previa.
El tráfico de especies es un asunto que necesita de decisiones a nivel político que no son fáciles de motivar. Según González-Maya, solo en la medida que la sociedad entienda la magnitud de este y otros problemas que involucran a la biodiversidad, se ejercerá mayor presión para que a nivel político se tomen medidas y acciones.
¿Qué piensan las fuentes?
Ana María Hernández cree que aún falta acercar la biodiversidad a las personas y que esto no solo significa hablar de ecosistemas prístinos que no están al alcance de la gente, sino mostrar que la biodiversidad está presente en nuestro día a día. “Como humanos formamos parte de la naturaleza y, si no cuidamos la biodiversidad, no nos estamos cuidando a nosotros mismos”, dice.
Hernández comenta que a veces el periodista se enfoca más en la noticia de impacto público, que no necesariamente es el tema de importancia para el científico. Ahí se genera un conflicto. Para ella, un buen diálogo previo entre periodista y experto es vital para encontrar puntos claves sobre los cuales centrar la conversación. “Se debe aprender a hacer buenas preguntas para obtener buenas respuestas”, dice Hernández. Es necesario que el científico esté preparado para darse a entender efectivamente y que el periodista esté preparado para ajustar el rumbo de la conversación si así se requiere.
José Fernando González-Maya, biólogo y director de ProCAT, sabe que no siempre los periodistas tienen la posibilidad de trabajar cubriendo de manera exclusiva medioambiente, pero cree que lo ideal sería que los comunicadores contaran con esa formación y experiencia. “Pasa mucho que envían al periodista de judicial, por ejemplo, y eso tiene unas limitaciones porque la eficacia en la comunicación dependerá de qué tanto maneje los temas el periodista”.
Como ya se ha mencionado, no en todos los contextos de Colombia es posible contar con esa especialización o dedicación. En algunas zonas del país es casi utópico pensar en un periodista que se dedique a un solo tema o fuente. El gran reto está en que el comunicador pueda prepararse, muchas veces por su propia cuenta y esfuerzo, si está interesado en hacer un buen trabajo.
González-Maya asegura que en la mayoría de las regiones de Colombia el medioambiente y la biodiversidad son vistos como temas secundarios y de poca relevancia. Por eso, el desafío de los periodistas está en dar a conocer los ecosistemas, las especies y las problemáticas que se viven en cada lugar. De acuerdo con él, en las regiones hay muy buenos científicos y buenas universidades a las que se les pueden abrir espacios.
Otra importante recomendación de los expertos es trabajar conjuntamente con los investigadores. “Los periodistas pueden trabajar de la mano con universidades, con instituciones que están produciendo ciencia”, afirma Jorge Parra de WCS Colombia. Lo que está sucediendo con el COVID-19 demuestra lo importante que es comprender lo que dicen los científicos, de acuerdo con Parra. Los medios deberían estar buscando a la comunidad científica para debatir e informar al público en general pues, asegura, estamos muy saturados de política y muy poco nutridos de ciencia.
En este último punto coinciden tanto los expertos como los periodistas consultados en este capítulo: el llamado es a que los medios de comunicación destinen más tiempo y recursos a cubrir estos temas. Si el periodista está solo en esta tarea, será muy difícil lograr verdaderos cambios.
Y ese es uno de los obstáculos a los que se enfrentan los periodistas es el tiempo. Mientras que en el periodismo suele prevalecer la inmediatez, en la ciencia se trabaja a un ritmo mucho más pausado. La profesora Guiomar Nates Parra, de la Universidad Nacional de Colombia, asegura que algunos periodistas, por el afán de publicar una noticia, no se informan debidamente y pueden transmitir mensajes equivocados que la gente asume como ciertos, pues vienen de una fuente que consideran confiable. Corregir esa información es difícil y no siempre tiene el alcance que tuvo la información inicial. Otro aspecto para tener en cuenta es que en medio del afán por la información, no siempre se consulta al experto idóneo en el tema y hasta “se inventan cosas”, dice la profesora Nates Parra.
No debe olvidarse que, a pesar de la premura del tiempo y la presión de los medios, la veracidad de la información en el periodismo es un asunto que no es negociable.
Del tráfico de especies al aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y la incidencia política
Cuando se habla de biodiversidad, uno de los temas que no se pueden pasar por alto es el del tráfico de fauna. Además de estar más vigente que nunca, pues está estrechamente relacionado con asuntos tan cruciales como la aparición de enfermedades zoonóticas, se trata no solo de un problema ambiental, sino de uno social, económico y judicial.
“Es uno de los problemas más graves que tenemos, las dimensiones son gigantescas y apenas estamos rascando la superficie”, afirma José Fernando González-Maya de ProCAT. “Se estima que a nivel global es el tercer negocio más lucrativo después del tráfico ilegal de armas y de drogas. Además, tiene muchas implicaciones, como la que vivimos ahora, en la que el tráfico ilegal de especies para consumo generó una enfermedad zoonótica”.
El experto asegura que el problema es muy grande y que hace poco terminaron una investigación en Colombia donde encontraron que más de 52 000 vertebrados fueron decomisados en el país en los últimos 10 años. Lo peor es que esto apenas es una pequeña fracción de todo lo que sí ha logrado salir por las fronteras de la Amazonía y la Orinoquía. El tráfico ilegal está acabando con las poblaciones locales de especies y, adicionalmente, puede causar graves problemas por la introducción de especies exóticas e invasoras.
Para Jorge Parra, de WCS Colombia, el tráfico de vida silvestre puede causar extinciones de especies cuyo papel dentro del ecosistema aún no se conoce muy bien. Por lo demás, la red de comercio ilegal afecta a numerosas comunidades humanas que habitan en los bosques, lo que a su vez genera un problema social. “El tráfico de fauna es uno de los temas que casi no se han valorado en Colombia y es gravísimo”, resalta Parra.
Además de lo anterior, el tráfico de especies es un asunto que necesita de decisiones a nivel político que no son fáciles de motivar. Según González-Maya, solo en la medida que la sociedad entienda la magnitud de este y otros problemas que involucran a la biodiversidad, se ejercerá mayor presión para que a nivel político se tomen medidas y acciones. Si tenemos una sociedad más consciente de lo que está ocurriendo, podremos exigir a nuestros gobernantes más control, sanciones y mejor gestión. Pero para llegar a ese nivel de conciencia, lo primero es que se interiorice el papel relevante que tiene la biodiversidad en nuestras vidas.
El hecho de que la biodiversidad esté relacionada con otros sectores es algo que los periodistas debemos aprovechar para que tenga más visibilidad en la agenda pública. Jorge Parra, por ejemplo, ha estudiado en detalle todo lo que ocurre en la Serranía de San Lucas, entre los departamentos de Antioquia y Bolívar. De acuerdo con este investigador, la Serranía de San Lucas es una de las zonas del país que tiene más yacimientos de oro. Los mineros usan mercurio y cianuro para aislar el oro. Estos químicos luego se vierten en los ríos y quebradas de la zona, lo que ha causado graves problemas de contaminación en el agua. También hay inconvenientes con la titulación de la tierra y un conflicto constante con grupos armados ilegales. “Todo el mundo debería estar sintonizado, pero no todos entienden que el problema de que deforesten toda la zona no es solo un problema del sector ambiente”, afirma Parra.
El llamado es a que los medios de comunicación destinen más tiempo y recursos a cubrir estos temas. Si el periodista está solo en esta tarea, será muy difícil lograr verdaderos cambios.
La presidenta de IPBES reconoce que no le gusta hablar del sector ambiental porque, para ella, el medioambiente está incluido en todos los sectores del país. “Hacer un vínculo entre la biodiversidad y lo que nos pasa como seres humanos es importantísimo”, recalca.
Por su parte, Mauricio Salcedo menciona que uno de los obstáculos más grandes para integrar la biodiversidad al discurso público radica en que el medioambiente en la política no es un tema que dé votos. “Eso es parte del problema”, dice Salcedo. “Un político no se compromete fácilmente a invertir recursos en la recuperación de un ecosistema a menos que sea algo imperioso o que genere demasiada presión”.
Existen otros temas que se pueden explorar y que, sin duda, necesitan comunicarse más: el manejo de especies invasoras y el uso sostenible de la biodiversidad son dos de los que más relevancia han tenido en Colombia en los últimos años. Estos dos ejes imponen grandes retos para los periodistas, pues plantean una serie de dilemas donde no solo la razón, sino las emociones, tienen un papel importante.
Podemos coincidir en que las especies invasoras generan grandes problemas para nuestra biodiversidad nativa. Sin embargo, las personas no reaccionan de una manera puramente racional al considerar esta clase de conflictos. No es lo mismo, por ejemplo, plantear la erradicación de una planta como el retamo espinoso, una especie dañina para los páramos, que considerar el sacrificio de los hipopótamos del Magdalena Medio, otra especie igualmente dañina para los ecosistemas locales.
Diversos estudios han advertido del peligro que representa el aumento poblacional de los famosos hipopótamos de Pablo Escobar: sus heces contaminan las aguas y desplazan a otros animales como las nutrias y los manatíes. Estos mamíferos africanos alteran el equilibrio natural en la cuenca del Magdalena y su control es muy difícil, pues no cuentan con un depredador en el país10.
Durante años se han debatido posibles soluciones como esterilizarlos, trasladarlos a zoológicos, e incluso devolverlos a África. El problema es que todas estas opciones tienen numerosos “peros” logísticos y económicos. La alternativa que los expertos han considerado más viable es sacrificarlos. Pero esta opción es altamente impopular y genera todo tipo de debates. Lo cierto es que recientemente se presentó el primer ataque reportado de este animal a un campesino en el municipio de Puerto Triunfo, Antioquia11 y, a pesar de que pasan los años, el país no ha actuado radicalmente y la población de hipopótamos continúa en aumento12.
En contraposición al control de las especies invasoras, se encuentra el aprovechamiento sostenible de la biodiversidad. Este es otro tema en el que se necesita mayor información y comunicación y que también puede resultar bastante complejo. Un caso reciente que causó una gran controversia fue el aprovechamiento de huevos de caimán aguja para obtener carne y piel susceptible de ser comercializada por los pobladores de la bahía de Cispatá, en el departamento de Córdoba.
La propuesta fue interpretada por muchos como una invitación y autorización a la caza indiscriminada de esta especie, que aún se encuentra amenazada en el país. Sin embargo, en la otra orilla del debate estaba una labor de conservación científico-comunitaria que llevaba más de 15 años trabajando en la recuperación del caimán en esta zona. De hecho, la comunidad, con la guía de dos biólogos expertos, fue la encargada de revisar los nidos, hacer monitoreo y, en definitiva, recuperar la población del caimán en Cispatá. A pesar de lo anterior, la polémica continúa (y probablemente continuará)13.
El biólogo José Fernando González-Maya reitera que la mayor amenaza a la que nos enfrentamos es la pérdida de especies y que la mayoría de esos procesos ocurren en escalas locales, donde se observa la transformación de los hábitats, la cacería, la sobreexplotación, las especies invasoras y la contaminación. “Muchas veces los tomadores de decisiones en un municipio de Colombia ven noticias relacionadas con el cambio climático”, dice González-Maya, “pero no logran entender cómo afecta eso su territorio. Es importante evidenciar que la problemática es de múltiples escalas y estamos viendo fenómenos globales con efectos locales. Es ahí donde ocurren los cambios”.
Comunicar sobre todos los temas que se han mencionado requiere gran responsabilidad, no caer en apasionamientos y guiarse por información científica confiable. El reto es grande, pero a la vez presenta enormes oportunidades. Hay cientos de historias de biodiversidad que no han sido contadas y merecen mayor visibilidad. Después de todo, cada una de esas historias está relacionada con nuestra supervivencia como especie en este planeta. Tal vez aún no lo sepamos, pero dependemos de ese escarabajo, de ese helecho, de ese murciélago.
Colegas y fuentes nos dan algunos consejos
- No perder de vista que los humanos somos parte de la biodiversidad.
- Hablar de biodiversidad es hablar de la supervivencia humana.
- Debemos acercar la biodiversidad a las personas y romper con la falsa idea de que solo existe en bosques naturales intactos, en lugares remotos. La biodiversidad está presente en nuestro día a día.
- Los temas ambientales y de biodiversidad son transversales. Se puede hablar de ellos en medio de noticias o reportajes económicos, políticos, culturales, de orden público, judiciales, de salud, etc. Lo que ocurre hoy con el COVID-19 es uno de los mejores ejemplos.
- Es importante trabajar en conjunto con científicos para tener un mayor impacto en los mensajes.
- Es necesario convencer a los editores de que hablar de biodiversidad no es un capricho de los ambientalistas y los científicos; es tan importante como la bolsa de valores o como el orden público del país.
- El periodista debe leer de los temas ambientales que abordará, esto es indispensable y no negociable. No se trata de ser científico, pero sí de tener cultura científica.
- Debemos buscar a expertos especializados en los temas que estamos trabajando. No se puede seguir en la línea de tener un único experto al que se entrevista para cualquier tema.
- Un buen diálogo previo entre periodista y experto es vital para encontrar puntos claves sobre los cuales centrar la conversación.
- Acercarse al lenguaje que utilizan las fuentes, pero invitarlas a que brinden mensajes que puedan ser comprendidos por cualquier persona.
- Tratemos de acercar los temas globales a la realidad de nuestra región, departamento o municipio.
- Busquemos el apoyo de universidades e instituciones de educación que trabajen los temas que el periodista pretende abordar.
- Creemos relaciones. El mensaje ambiental se debe conectar con la realidad que vive la audiencia a la cual se dirige el periodista.
- En muchos temas de biodiversidad suelen darse debates continuos. Buscar variedad de fuentes y opiniones para tener una mirada más amplia del tema que queremos contar.
- Es importante hacerles saber a las fuentes que siempre se les llamará si se tienen dudas durante la elaboración del producto periodístico. Otra opción es compartirles los fragmentos en los que serán citados para garantizar que no haya una imprecisión, pero no el texto completo. Las fuentes no deben ser nuestros editores.
- Un buen título y una buena narrativa siguen siendo importantes para atraer al público al que queremos llegar.
- Debemos ser creativos a la hora de presentar la información. Recurrir a ayudas visuales y nuevas narrativas.
- Pensemos en la promoción de la información: campaña de expectativa, piezas gráficas, etc. Trabajar temas ambientales, muchas veces con un alto componente científico, requiere un gran esfuerzo que seguro el periodista no quiere perder.
A pesar de la premura del tiempo y la presión de los medios de comunicación, no se puede descuidar la búsqueda de información veraz.
10Paz Cardona, A. J. (16 de octubre de 2018). ¿Qué hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar que “reinan” en el río Magdalena? Mongabay Latam. https://es.mongabay.com/2018/10/colombia-hipopotamos-pablo-escobar-rio-magdalena/
11Semana Sostenible. (11 de mayo de 2020). Hipopótamo atacó salvajemente a campesino en Puerto Triunfo (Antioquia). https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/hipopotamo-ataco-salvajemente-a-campesino-en-puerto-triunfo-antioquia/50916
12Semana Sostenible. (12 de mayo de 2020). Hipopótamos: ¿esterilizarlos, sacrificarlos o trasladarlos a África? https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/hipopotamos-esterilizarlos-sacrificarlos-o-trasladarlos-a-africa/50922
13Paz Cardona, A. J. (8 de febrero de 2019). Colombia: “El caimán aguja se ha recuperado en Cispatá gracias a la labor de la comunidad”. Mongabay Latam. https://es.mongabay.com/2019/02/caiman-aguja-colombia-polemica-caza-cispata-2/
Referencias
Barros. J. (17 de diciembre de 2019). ¿Sabe en qué se diferencian los murciélagos de los vampiros? Semana Sostenible. https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/los-chupasangre-murcielagos-vampiros-que-revolotean-por-todo-colombia/48110
Benhur Lee Lab. (30 de marzo de 2020). Los orígenes del SARS-CoV-2: Primera Parte. Recuperado de https://leelabvirus.host/covid19-spanish/origenes-primera-parte
Lederberg, J. (1988). Pandemic as a natural evolutionary phenomenon. Social Research, 343-359.
Mongabay Latam. (31 de marzo de 2020). En defensa de los murciélagos: resistentes a los virus, pero no a los humanos. https://es.mongabay.com/2020/03/coronavirus-murcielagos-humanos-virus-covid-19/
Mongabay Latam. (7 de mayo de 2019). Informe IPBES: un millón de especies en peligro de extinción y bosques tropicales bajo ataque. https://es.mongabay.com/2019/05/informe-cientifico-extincion-bosques-tropicales/
Mongabay Latam. (8 de febrero de 2019). Colombia: “El caimán aguja se ha recuperado en Cispatá gracias a la labor de la comunidad”. https://es.mongabay.com/2019/02/caiman-aguja-colombia-polemica-caza-cispata-2/
Mongabay Latam. (16 de octubre de 2018). ¿Qué hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar que “reinan” en el río Magdalena? https://es.mongabay.com/2018/10/colombia-hipopotamos-pablo-escobar-rio-magdalena/
Sanders, D., Thébault, E., Kehoe, R., & van Veen, F. F. (2018). Trophic redundancy reduces vulnerability to extinction cascades. Proceedings of the National Academy of Sciences, 115(10), 2419-2424.
ScienceDaily. (19 de febrero de 2018). Biodiversity loss raises risk of ‘extinction cascades’. https://www.sciencedaily.com/releases/2018/02/180219155019.htm
Semana Sostenible. (12 de mayo de 2020). Hipopótamos: ¿esterilizarlos, sacrificarlos o trasladarlos a África? https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/hipopotamos-esterilizarlos-sacrificarlos-o-trasladarlos-a-africa/50922
Semana Sostenible. (11 de mayo de 2020). Hipopótamo atacó salvajemente a campesino en Puerto Triunfo (Antioquia). https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/hipopotamo-ataco-salvajemente-a-campesino-en-puerto-triunfo-antioquia/50916
UN Environment. (3 de abril de 2020). Coronavirus: ¿llegó para quedarse? https://www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/coronavirus-llego-para-quedarse
Entrevista
Crédito foto:
Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia
“Lo que no se conoce, no se cuida”:
Guiomar Nates Parra
Parte de esta entrevista se publicó bajo el título «Guiomar Nates: “Apis mellifera nunca se va a extinguir, las abejas silvestres están en mayor riesgo”», en el portal web Mongabay Latam, el 12 de junio de 2019.
Después de años de esfuerzos para que la polinización ocupara un espacio en la agenda pública mundial, hoy se considera que este proceso brinda un servicio ecosistémico estratégico dado el papel que desempeña en la conservación de la diversidad biológica, el mantenimiento de la estructura y función de los ecosistemas, la producción de alimentos y la economía mundial.
Guiomar Nates Parra empezó a hablar de polinización cuando no era un tema que se debatiera frecuentemente en el mundo. Es una de las científicas pioneras en Colombia y Latinoamérica en abordar este proceso, que ya ha sido declarado de vital importancia por organizaciones como la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES). En esta entrevista la profesora Nates Parra cuenta cómo ve el tema de la polinización en Colombia, en especial el rol de las abejas silvestres –el enfoque de sus estudios–, los desafíos que trajo la pandemia del COVID-19 y el papel del periodismo a la hora de comunicar sobre biodiversidad.
¿Cómo están las abejas en Colombia?
Guiomar Nates Parra (G. N. P.): En el Laboratorio de Investigaciones en Abejas de la Universidad Nacional tenemos unos 40 000 especímenes de abejas de todo el país y creemos que hay entre 1000 y 1500 especies en Colombia, de las cuales conocemos menos de la mitad (entre 500 y 600). Cuando digo conocemos es solo por nombre, no sabemos nada más. Son pocas las especies de las que conocemos su comportamiento o su distribución geográfica.
Estamos trabajando con las abejas sociales, abejas sin aguijón, abejorros y algunas abejas solitarias, como las del género Xylocopa. Esta última desempeña un papel muy importante en la polinización de pasifloras como maracuyá, granadilla, badea, curuba o cholupa. Los abejorros del género Bombus también son importantes en la polinización de frutales como los tomates, las berenjenas, las uchuvas y los lulos.
La gente solo reconoce a la típica Apis mellifera, es muy poco lo que se sabe de abejas silvestres y abejorros…
G. N. P.: Hay unos trabajos muy interesantes de un investigador argentino en donde se muestra que el trabajo conjunto de abejas silvestres y Apis mellifera incrementa la producción de muchos cultivos. Se hicieron estudios en más de 40 cultivos en cerca de 60 lugares en el mundo, donde se concluyó que, para que se dé una buena producción agrícola, es necesario que haya tanto abejas silvestres como Apis mellifera.
Apis es muy eficiente polinizando algunos cultivos, pero en otros no lo es tanto. Por ejemplo, plantas como el maracuyá, que tiene unas flores grandes, necesitan de una abeja grande que pueda hacer contacto con las partes reproductivas de la flor. Apis es más pequeña que un abejorro y no logra hacer eso, en ese caso no es una polinizadora eficiente. Tampoco puede ser polinizadora eficiente del lulo o del tomate porque son flores que tienen el polen encerrado en unas anteras tubulares y necesitan una vibración fuerte para que este salga; eso lo hacen ciertos abejorros como los Bombus.
Hay quienes piensan que abeja que no produzca miel, no tiene valor…
G. N. P.: No todas las abejas producen miel. Lo hacen Apis y abejas sociales que tienen una estructura de colmenas donde tienen depósitos de alimentos para las crías. El néctar y el polen que recogen lo guardan en recipientes especiales. Las abejas solitarias no tienen ese sistema ni lo necesitan, hacen un agujero en alguna parte, lo acondicionan, ponen un huevo, dejan la comida, cierran y se van. Pero son importantes en polinización y eso es lo que tenemos que tener en cuenta. No producen miel pero le ayudan a la gente en la producción de uchuvas, lulos, tomates, etc. Ayudan a la producción de alimentos y semillas. Y no solo eso, también apoyan el mantenimiento de las especies vegetales que conforman los bosques, que son proveedores de oxígeno y agua.
¿Cómo sería un sistema agrícola óptimo para los polinizadores?
G. N. P.: Uno donde se hagan aplicaciones racionales de los agroquímicos. En este momento se están haciendo “cocteles” impresionantes donde la gente piensa que si mezcla el fungicida con el matamoscos y el herbicida tendrá mejores efectos. Piensan que haciendo eso y utilizando dosis más elevadas se darán mejores resultados. Pero, ¿sabe usted cuándo lo utilizan? Cuando se da la floración, justo cuando los polinizadores están ahí.
Soy consciente de que no puedo decirles a las personas que dejen de usar agroquímicos porque eso es condenarlos a que se muera su cultivo, pero sí que sean conscientes de las aplicaciones, que las hagan en las dosis adecuadas, que miren las etiquetas, que se informen, que investiguen qué causa menos daño. Y claramente, que no sea en la época donde hay más polinizadores. Pueden aplicarlo al final de la tarde, por ejemplo, cuando ellos no están por ahí. Hay que buscar alternativas a esa producción de agroquímicos que es tan fuerte.
¿Por qué los agroquímicos se han hecho tan indispensables?
G. N. P.: Por los monocultivos. Si usted tiene un cultivo de soya, aguacate o lo que sea, que ocupa miles y miles de hectáreas, tiene que estar protegiéndolo. No existe diversidad vegetal que esté atendiendo a los posibles controladores de ciertas plagas. En el caso de las abejas, tienen que tener diversidad de alimentación, diversidad de flores y plantas, para que nos ofrezcan diversidad de néctar y diversidad de polen.
Si pudiéramos prescindir de los agroquímicos sería la maravilla, pero ya es muy difícil porque hay un desequilibrio en la naturaleza. Hay un exceso de especies que ha causado la deficiencia de otras y es necesario utilizarlos.
¿Por qué es difícil que la polinización tenga relevancia a nivel político?
G. N. P.: Cuando uno menciona el problema de las abejas te dicen que están con otros problemas más graves que eso. Tenemos que hacer más visible el tema, con ayuda de los medios, pero no en el sentido de hacer marchas porque creo que las cosas no pasan de ahí. Debemos insistir ante los ministerios y convencer a la gente de que es necesario trabajar en esto, mostrándoles cuáles son las consecuencias de que no se apoye el proceso de protección a los polinizadores.
Necesitamos congresistas que estén convencidos del asunto y que hablen duro. Es muy difícil que uno como académico e investigador, que no tiene la experticia de estar en estos ámbitos, llegue a hablarles y que nos presten atención. Necesitamos gente convencida de este tema dentro de las instituciones para que estén insistiendo, persistiendo y no desistiendo.
El año pasado se tramitó una ley en el congreso sobre polinizadores que finalmente no prosperó. ¿Se tiene pensada alguna nueva propuesta?
G. N. P.: Ahí quedó. Los agricultores se desmotivaron y empezaron divisiones en el gremio, infortunadamente se perdió el interés y no se volvió a hablar de eso. Pero tengo entendido que se han generado algunas iniciativas a nivel local (municipios, departamentos) para la protección de las abejas.
¿En qué quedó la Iniciativa Colombiana de Polinizadores que anunciaron el Ministerio de Ambiente y el Instituto Humboldt el año pasado?
G. N. P.: Entregamos los informes y la pandemia llegó justo cuando estábamos trabajando en una publicación, el Ministerio estaba interesado pero eso quedó parado por el momento. Estamos retomando el tema para generar una publicación tan pronto sea posible.
¿Cuál es el objetivo de esa iniciativa?
G. N. P.: Que a partir de la información recogida en ese informe se generen acciones que cubran los grandes vacíos que se detectaron.Los ministerios de Ambiente y Agricultura deben liderar varias acciones y se requieren recursos para las instituciones de investigación. El tema de abejas es el más adelantado que hay en el país, pero se debe actualizar. Lo demás está por hacerse: no hay trabajos específicos para otros polinizadores. Las universidades y las corporaciones autónomas regionales son los que tienen que trabajar en esa parte.
Si no avanzamos en el estudio de los polinizadores, ¿qué podría pasar con las formas de producción?
G. N. P.: Lo que no se conoce, no se cuida. Hay una cantidad de organismos que viven alrededor de nosotros y ni nos enteramos, o les damos un zapatazo sin saber su importancia. Me imagino que muchos investigadores están haciendo lo que pueden desde sus casas, pero en este momento hay otras prioridades y es difícil hablar del tema en medio de la pandemia.
En el país nos falta conocer mucho de las abejas y de otros polinizadores, que se hagan estudios específicos que muestren la importancia de ciertas especies en los cultivos, en la salud de los bosques o en la producción de oxígeno y agua. Es necesario que la gente sepa que lo que la rodea es importante para su propia supervivencia.
En esta pandemia los murciélagos han sido bastante estigmatizados, ¿qué puede pasar con ellos si la gente los ataca pensando que son los culpables de la enfermedad?
G. N. P.: El problema es que se va a desequilibrar el ecosistema porque ellos tienen plantas específicas de las cuales se alimentan y a las cuales polinizan. Sobre eso no hay mucho conocimiento. Por ejemplo, no hay trabajos específicos que digan que cierta especie de murciélago es importante porque poliniza una planta que luego produce cierta cantidad de frutos o semillas.
Muchas personas hablan incluso de que el ser humano es la peor plaga del mundo, ¿qué opina de esa afirmación?
G. N. P.: Todo extremo es dañino. Los seres humanos hemos cometido muchos errores, pero somos la especie dominante en el planeta, llamada a cuidar y compartir los recursos con las demás especies. No somos los únicos. Tampoco somos indispensables: a un tigre qué le importa que la especie humana desaparezca. El mundo seguiría.
¿Qué les hace falta a los investigadores para dar a conocer su conocimiento de una mejor forma?
G. N. P.: Recursos. Si quiero sacar una cartilla divulgativa tengo que tener un dinero y muchas veces, dentro de un proyecto, no está contemplado ese rubro. O se publica el artículo científico o se publica una cartilla. Se suele optar por el artículo porque representa un puntaje y un reconocimiento para el científico. Sin embargo, creo que en cada proyecto debería ser obligatorio un producto o un evento que pueda llegar en un lenguaje accesible a la gente.
Se podrían hacer alianzas con los periodistas, que se enteren de lo que se está haciendo y trabajar en equipo, porque a mí varias veces me han sacado de contexto y uno termina distanciándose de la prensa.
¿Qué nos hace falta a los periodistas para comunicar mejor sobre biodiversidad?
G. N. P.: Información. Es importante que conozcan aquello de lo que quieren hablar. Antes de empezar un proyecto deben hablar con las personas que están trabajando en el tema. Por el afán de sacar una noticia no se informan debidamente, y todo lo que se publica, la gente se lo cree. Es necesario preguntar a las personas que saben del tema y no inventarse cosas.